En los recientes estudios que han buscado determinar los aspectos de la vida que contribuyen a la felicidad de las personas, se ha encontrado que las relaciones personales y especialmente los hábitos sexuales tienen una relación fuertemente positiva.
Y si las relaciones sexuales tienen un impacto positivo, ¿por qué no se promueve más la actividad? El problema es que no se sabe hacia dónde va la relación; si las personas son más felices porque tienen sexo o lo tienen porque son más felices.
Un estudio publicado en la Revista Comportamiento Económico y Organización hecho en la Universidad de Carnegie Mellon encontró que más sexo no necesariamente implica mayor felicidad, especialmente si se ordena.
Se convocó a 64 parejas entre 35 y 65 con una salud y vida sexual sana, a quienes se separa en dos grupos. A uno se le pidió doblar su actividad sexual y a los otros seguir igual, mientras llenaban diariamente encuestas sobre su humor.
Al revisar las respuestas de las encuestas se encontró que aquellos a los que se les pidió incrementar su actividad sexual reportaron niveles más bajos de felicidad que el otro grupo que no tuvo cambios. La razón es que tenían menos energía y, por lo tanto, menos ganas de tener sexo, pero estaban “obligados” a hacerlo.
Una posibilidad puede ser que las personas son menos felices porque los estamos obligando a tener más sexo que su ideal, que la cantidad que tendrían naturalmente por su cuenta”, dice George Loewenstein, quien dirigió el estudio.
Sin embargo, dice que no es malo que las personas tengan más sexo, pero esto debe darse dentro de la relación y no como una obligación impuesta desde fuera. Como en muchos mercados, en este caso el de las relaciones, la intervención de una autoridad externa puede causar un grave desequilibrio que afecte a los involucrados.
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