El Triángulo Dorado, región mexicana que durante una década fue el centro de operaciones de Joaquín “el Chapo” Guzmán, se encuentra sin operativo especial tras la segunda evasión del capo de la justicia, esto salvo la guardia constante que realiza en el lugar el Ejército Mexicano.
Lo anterior fue dado a conocer por el gobernador del Estado, César Duarte Jáquez, quien comentó que El Triángulo Dorado (colindancia entre los estados de Chihuahua, Sinaloa y Durango) es una zona que siempre ha estado en operativo permanente por parte del Ejército Mexicano, siendo la 42 Zona Militar a la que le corresponde desde Chihuahua atender esa región.
“Estamos construyendo en este momento y terminando un nuevo cuartel del Ejército en Guachochi, esto ayudará a reforzar, pero hay un operativo permanente del Ejército y de las fuerzas federales, con auxilio cuando es requerido de la Policía Estatal”, comentó en entrevista.
Camionetas de último modelo y sin patente desfilan entre ranchos distantes y campos cubiertos por el rojo intenso de la amapola. De vez en cuando, soldados del ejército se suman al paisaje. Gracias a su clima y a su accidentada geografía -con montañas y peñascos de la Sierra Madre Occidental-, la región mexicana que comparten Chihuahua, Sinaloa y Durango es uno de los mayores laboratorios de drogas sintéticas en el mundo.
Conocida el “Triángulo Dorado”, esta zona de difícil acceso es aprovechada por los narcotraficantes para sembrar, cosechar y procesar marihuana y amapola. Durante al menos diez años uno de los hombres más buscados en el territorio fue Joaquín “el Chapo” Guzmán, el mayor traficante de drogas de todos los tiempos.
La zona ha sido de tal interés que Discovery Channel se dio a la tarea de investigar y crear el documental “La Leyenda del Chapo”, en el cual se hace un recorrido sobre su vida en esta inhóspita región hasta su captura por la marina mexicana en febrero de 2014.
En el programa, se relata que a casi un año del arresto del jefe del cártel de Sinaloa, el tráfico de drogas en el ‘Triángulo Dorado’ sigue siendo moneda corriente. Es frecuente ver plantíos de marihuana y amapola –de la que se extrae la heroína- al lado de casas precarias o de cultivos de maíz. Sucede que la mayoría de los habitantes del triángulo participan de alguna manera en la producción de drogas, siendo su mayor fuente de sustento.
La pobreza y la opulencia contrastan con fuerza en la región: si bien algunos pobladores plantan frijoles y otros alimentos, por lo general eso no les alcanza para vivir. El principal ingreso proviene del pago diario de los narcotraficantes por las plantaciones de marihuana y amapola que realizan en temporada de lluvias. Aún con esta actividad, viven de manera marginal, sin electricidad ni otros servicios básicos.
Un territorio codiciado
Parte del atractivo del triángulo tiene que ver con su clima, que admite cosechas durante todo el año: mientras que la marihuana crece en época de calor, la amapola lo hace en períodos fríos. Además de ser una zona fértil, la geografía intrincada permite ocultar plantaciones y laboratorios: allí mismo procesan los cultivos recolectados, que se distribuyen hacia Estados Unidos a través de vehículos y vuelos clandestinos. El cártel de Sinaloa es el mayor proveedor de heroína al país del norte.
Por ser un punto estratégico, ‘los Chapitos’ -como se hacen llamar los sucesores del Chapo- deben lidiar con otros grupos que quieren controlar el territorio: los más famosos son el cártel de Juárez y Los Zetas. Las organizaciones criminales se ven envueltas en hechos de violencia permanente, con extorsiones, secuestros y asesinatos. El saldo de las batallas: casas destrozadas y familias enteras sin un lugar a donde ir.
Desde que el ‘Triángulo Dorado’ fue denominado como tal en la década de 1970, ni el ejército de México ni el de Estados Unidos han podido acabar con el narcotráfico.
Si bien cada año las autoridades se encargan de anunciar la destrucción de buena parte de los cultivos –en 2011 soldados mexicanos acabaron con más de 40 mil hectáreas de amapola, mientras que en 2013 erradicaron unas 36 mil-, lo cierto es que la producción de heroína sigue en pie.
En el documental de Discovery Latinoamérica también se pone el énfasis en la minuciosa organización de los cárteles: cuentan con refugios perfectamente camuflados, donde las armas y otros ‘elementos de trabajo’ pasan desapercibidos ante los controles de las fuerzas castrenses.