Recuerdan el sentido humano y social de Gónzalez Casanova

Ciudad de México. Tres Pablos fueron convocados ayer en un salón de la Universidad Nacional, en un homenaje-recordatorio a Pablo González Casanova: el Pablo rector, constructor de instituciones; el Pablo académico, que hizo invaluables aportes a las ciencias sociales y a la comprensión de México y América Latina; y el hombre comprometido que en 2018 fue nombrado comandante Pablo Contreras por los zapatistas.

Episodios de la larga y fructífera vida de González Casanova -murió en 2023, a los 101 años de edad- fueron narrados por amigas, colaboradoras, alumnos y compañeros que lo conocieron y gozaron de sus ideas y su generosidad.

En la charla, efectuada en el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM a propósito de los 103 años de su nacimiento, Luis Hernández Navarro, dibujó las complejidades del personaje en varias viñetas.

Recordó, por ejemplo, que antes de dormir siempre leía poesía o teatro, porque con esos géneros “alimentaba sus sueños” y hacía una suerte de contrapeso a las ciencias sociales.

Y en ese tono se refirió también al “original y poderoso lenguaje para nombrar el mundo” que construyó quien fuera rector de la UNAM y uno de los pensadores latinoamericanos más frecuentados.

“Abrió todo un continente en la sociología latinoamericana y en la comprensión de México”.

Hernández Navarro habló asimismo de las influencias y la amistad que el comandante Contreras sostuvo con personajes como Wenceslao Roces y Julio Le Riverend, quien lo acercó a la obra de José Martí.

Con la misma curiosidad e interés que sostenía intercambios con sus pares académicos, González Casanova seguía movimientos sociales y acudía a reuniones en las cuales escuchaba, como una con la CNTE recién ocurrida la masacre de Nochixtlán.

Ahí, recordó Hernández Navarro, el autor de La Democracia en México dijo que la enseñanza debía estar fincada en dos valores: la moral y la verdad. La primera entendida como “la defensa del interés general frente al individualismo y la segunda como una crítica permanente de la cultura de la servidumbre”.

En su turno, Miguel Álvarez, de SERAPAZ, dijo que González era como “una ola brava”, pero aquellos que tenían la “fortuna de entrar en su corazón” se encontraban con una maravillosa amistad.

Álvarez lo conoció en 1971, a través de Sergio Méndez Arceo, de quien fue cercano, al igual que lo fue de Samuel Ruiz, el obispo de San Cristóbal de las Casas. “Era la única persona de la que podía decir: si don Samuel firma, yo firmo”.

La misma atención que brindaba a sus amigos la tenía con las luchas que acompañaba, como los casos del Frente Cívico Potosino y el EZLN.

En esos ámbitos “siempre estaba, con chispa, generaba ideas e iniciativas para procesos que le parecían clave… tenía un seguimiento de cosas para siempre pensar qué hacemos, qué escribimos qué convocamos… (aunque) no pensaba en acciones sino en procesos en manos de la gente”.

Álvarez recordó que, a propósito de las reformas estructurales de Enrique Peña Nieto, González Casanova propuso convocar a Andrés Manuel López Obrador y Cuauhtémoc Cárdenas, con la idea de “una lucha unitaria”. Aunque hubo un par de reuniones, la iniciativa “no prosperó”.

Mariana Mora, investigadora del CIESAS, narró que en 1994, durante la Convención Nacional Democrática, y mientras todos quedaban enlodados por tremendo agucaero, González Casanova se negó a que lo llevaran a un cuarto con mejores condiciones y siguió ahí, lleno de lodo como todos los demás.

Mora refirió que don Pablo rondaba los 100 años y era la prueba viva de que nunca se deja de aprender. Así, le llamaba por teléfono para hacerle conversar sobre la “categoría de género” y le hacía preguntas como “¿qué es interseccionalidad?”


Source: Mexico