El aumento de la migración y la certidumbre de que continuará así, nos hace ver la necesidad de la cooperación internacional y del establecimiento de acuerdos migratorios entre naciones, planteó José Narro Robles, rector de la UNAM, al inaugurar la Conferencia Internacional Metrópolis 2015.
De manera especial, este problema nos llama a la necesidad de hacer un alto en el camino, a valorar el modelo de desarrollo que sigue el mundo e impulsar uno diferente en el que los valores laicos guíen el desarrollo, adujo en el foro internacional que se realiza por primera vez en América Latina, organizado por el Centro de Investigaciones Sobre América del Norte (CISAN) de esta casa de estudios.
Según cálculos de la ONU, precisó, en la actualidad hay 232 millones de personas que han migrado hacia países distintos al suyo en busca de una vida mejor, y la mitad de ellos son mujeres.
Ahora bien, cuando se relacionan estos datos con el tamaño de la población resulta que en Oceanía uno de cada cinco habitantes es migrante; en Estados Unidos y Canadá uno de cada siete; en Europa la cifra asciende a uno de cada 10, en tanto que en América Latina y el Caribe uno de cada setenta, puntualizó.
Narro Robles señaló que con frecuencia la migración es síntoma de un problema o de muchos que enfrentan las naciones de donde emigran sus ciudadanos: pobreza, desigualdad, violencia, inseguridad, falta de empleo y de acceso a la educación o la salud.
También, apuntó, repetidamente representa una dificultad para los países que sirven de tránsito y para los que los reciben, pues no siempre están preparados para ello. México, por su vecindad con Estados Unidos, es un caso complejo porque es, en materia de migrantes y de forma simultánea, un país emisor, de tránsito, pero también receptor.
Asimismo, el fenómeno internacional puede generar conflictos entre territorios y se convierte en obstáculo para que las relaciones entre éstos sean benéficas para su gente.
Por otro lado, la migración de jóvenes, hombres y mujeres, especialmente cuando es resultado de la falta de oportunidades, significa una pérdida para el país. Es lamentable que en algunos no se haya encontrado forma de aprovechar el bono demográfico que aún se tiene, sostuvo.
Sin embargo, también hay que decir que esta condición puede ser, y en algunos casos lo es, una solución a problemas como la falta de trabajadores, o la edad promedio avanzada de la población, entre otros. Además, los migrantes suelen enriquecer la vida productiva e incluso intelectual de las naciones que los reciben, resaltó.
Esto lo hemos vivido claramente en México. Las llegadas que en distintos momentos hemos recibido, especialmente las provenientes de China, Japón y las poblaciones judías, árabes, las de España y Latinoamérica, entre otras. Todas ellas, por distintas razones, nos han enriquecido. Su influencia en nuestra vida productiva, cultural y académica ha sido notable y provechosa, ejemplificó.