A 20 años del nacimiento de la oveja ‘Dolly’

El 5 de julio de 1996, Dolly, primer mamífero resultante de la clonación de una célula adulta, nació en Escocia. Veinte años más tarde, la clonación con fines ganaderos se practica en varias regiones del mundo.

Revelada en febrero de 1997, la clonación de
Dolly, obra del Instituto Roslin de Edimburgo, fue saludada en aquel momento como un avance científico importante. También provocó polémica sobre su eventual aplicación al ser humano.

Para Dolly, las cosas se complicaron después de nacer. La oveja envejeció prematuramente. Sufrió artritis y desarrolló una enfermedad pulmonar, antes de ser sacrificada en 2003. Su cuerpo embalsamado se encuentra en el museo nacional de Escocia.

Con la primera clonación de un mamífero muchos saludaron la toma de control del ser humano sobre el ADN como anticipo de futuros avances, por ejemplo en materia de trasplante de órganos.

Otros en cambio temblaron ante el advenimiento de un mundo hecho de seres idénticos criados como piezas de repuesto. En realidad, nada de eso ocurrió.

Dolly fue el primer mamífero clonado mediante una técnica denominada Transferencia Nuclear de Células Somáticas (TNCS).

Consiste en retirar el núcleo de la célula con su correspondiente ADN de una célula que no sea un óvulo o espermatozoide –una célula de la piel, por ejemplo– e implantarla en un óvulo no fecundado, al que previamente se retiró el núcleo. En el caso de Dolly, la célula fue tomada de una glándula mamaria.

Una vez realizada la transferencia, el huevo reprograma un embrión a partir del ADN que comienza a desarrollarse como hijo de un sólo progenitor.

La clonación humana, un proceso complejo, riesgoso y éticamente cuestionable, fue finalmente reemplazado por otras tecnologías como fuente de la medicina regenerativa.

En el mundo de los criadores, “la clonación fue percibida como una herramienta de ayuda a la reproducción de animales”, declaró Jean-Louis Peyraud, investigador del Inra, el instituto francés de investigación agronómica.

Como se trata de una técnica muy costosa –más de 10 mil euros por animal– el objetivo no es disponer de clones para comercializar su carne sino para mejorar la raza del rebaño.

Fuente: Excélsior