De acuerdo con la publicación que hace el diario El País, las noticias falsas no son nada nuevo, pero en las últimas semanas se está hablando mucho de ellas: según algunos medios, estos bulos podrían haber influido en los resultados de las elecciones estadounidenses.
Aunque esta afirmación es discutible, es cierto que la campaña ha estado muy polarizada y ha tenido además un elevado componente emocional: pocas veces los candidatos han generado sentimientos tan encontrados como en este caso, lo que habría ayudado a que se comentaran y compartieran aún más las noticias. Las auténticas y las falsas.
Las páginas que habrían creado y distribuido estos bulos lo habrían hecho por motivaciones políticas, pero también económicas: estos artículos captan nuestra atención al ser más sensacionalistas (ejemplo: Clinton vendió armas al ISIS) y, además, como la noticia es inventada, el titular no tiene que competir con los de otros medios sobre el mismo tema.
Identificar una noticia falsa no siempre es fácil. En caso de duda, estos son seis síntomas deberían, al menos, hacernos sospechar.
1. La noticia es demasiado buena para ser verdad. En abril circuló una cita del Quijote que parecía adecuarse a la perfección a lo que algunos piensan sobre Podemos. Incluso hablaba de títeres y cabalgatas, como si Cervantes hubiera predicho la polémica del pasado 6 de enero. Obviamente, se trataba de una cita falsa.
También parecía casi perfecta la historia de una cazadora que posaba con un león al que había abatido y que, en plena grabación del vídeo, se veía atacada por otro león, en lo que parecía un acto de justicia animal. Resultó ser parte de un experimento.
A veces, estas historias tienen origen en chistes, como la cita de Fidel, también falsa, en la que decía que se reabrirían las negociaciones con Estados Unidos cuando este país tuviera un presidente negro y el Papa fuera latinoamericano. Y no, Castro tampoco dijo que no moriría hasta ver la destrucción de Estados Unidos.
De hecho y en una línea muy similar, no pocas veces se toman en serio las que no son más que publicaciones satíricas. La intención de medios como El Mundo Today y de The Onion no es, ni mucho menos, engañar a nadie, sino parodiar la actualidad (y su tratamiento periodístico). Pero si no conocemos la web o, peor, si la difunde otro medio sin saber que se trata de contenido humorístico, corremos el riesgo de confundirnos.
Por lo general, hay que desconfiar de las historias que encajan tan a la perfección que parecen prefabricadas. Suelen serlo.
2. No se mencionan fuentes. Lo mejor del bulo del Quijote es que era fácilmente comprobable: basta con ir a gutenberg.org, buscar la edición online del texto y hacer una búsqueda del fragmento. Por eso la mayor parte de bulos y noticias falsas no dan ninguna fuente o son difícilmente rastreables.
Por ejemplo, uno de los bulos más compartidos durante las elecciones estadounidenses explicaba que el Papa Francisco apoyaba a Donald Trump. El texto hablaba de “medios de comunicación”, citaba un comunicado sin enlazarlo y en alguna versión incluso se recogían declaraciones de “fuentes cercanas al Papa”, pero sin dar nombres.
También hay que desconfiar si la fuente es alguna variante del clásico “un amigo de un amigo”. Es decir, si se dan datos vagos como “todo el mundo conoce a alguien que…” o “a mi alrededor he visto muchos casos de gente que…”. Como mínimo, es muy posible se esté extrapolando información de casos contados, ignorando cualquier otra información que podría poner en duda esta versión.
A veces, se atribuye la cita a un medio para dar credibilidad, como ocurrió con estas declaraciones sobre que “los repúblicanos son los votantes más tontos”, también falsas, de Donald Trump . Al menos en estos casos se puede recurrir a la fuente para confirmar o no la información.
Si el posible bulo es una fotografía, se puede buscar la imagen -utilizando además filtros por fecha, para evitar el ruido generado en el buscador en los días en las que dicho material es noticia- en http://images.google.com. En ocasiones, se trata de fotografías publicadas con anterioridad y que no tienen nada que ver con la supuesta noticia. Esta búsqueda también nos puede ayudar a identificar montajes.
En el caso de noticias sobre virales, como vídeos, fotografías y demás, es importante que el medio haya hablado con el autor de la publicación original. A veces se trata de contenido humorístico o de montajes que se pueden tomar en serio una vez se pierde el contexto.
3. El resto de la web tampoco parece de fiar. Si la noticia sigue resultando sospechosa, se pueden comprobar otras tres cosas muy fácilmente sin salir de la web donde se ha publicado:
El medio. Por supuesto, los medios convencionales también publican noticias falsas, pero por error y ocasionalmente, no de forma sistemática y porque forme parte de su modelo de negocio, como ocurre en otros casos. Eso sí, también hay que decir que cuando un medio así comete una equivocación de este tipo, las consecuencias son peores, precisamente porque, por lo general, se confía más en la cabecera.
Si no conocemos el medio, a menudo basta con echarle un vistazo a la portada para comprobar si el resto de noticias parecen fiables o si se trata de un medio satírico o hiperpartidista. Según un reportaje de Buzzfeed, estos últimos medios difundían entre un 19,1% y un 37,7% de noticias falsas, mientras en los tradicionales analizados (CNN, ABC y Politico) el porcentaje no llegaba al 1%.
La URL. Muchas noticias falsas de las elecciones se han distribuido a través de webs que imitaban las direcciones de medios de comunicación, pero no eran las auténticas, como bbc.co en lugar de bbc.com. Además, en redes sociales las cuentas se pueden verificar: si aparece el sello azul al lado del nombre en Twitter y en Facebook, al menos sabemos que es la cuenta oficial de esa publicación.
4. No se ha publicado en otros medios. Si una información ha aparecido en otros medios de comunicación, es menos probable que sea falsa. Por supuesto, puede ser una exclusiva, pero incluso en esos casos es probable que otros medios recojan la noticia. Eso sí, no podemos descartar que el bulo se esté reproduciendo sin que nadie se haya tomado la molestia de intentar confirmarlo.
Si se trata de información política, puede ser buena idea buscar en medios con otra línea editorial. Pero el sesgo no tiene por qué ser solo del medio: muchas veces creemos lo que queremos creer. Nos resulta muy fácil poner en duda los bulos que contradicen nuestras ideas, pero no tenemos inconveniente en aceptar como ciertos los que las refuerzan.
5. Nos suena de algo. Muchas de estas noticias siguen un esquema que ya se ha repetido en otras ocasiones. A menudo incluso se puede rastrear el origen de estas noticias falsas en leyendas urbanas clásicas, como la historia de Ricky Martin y la mermelada, cuya primera versión está en un relato humorístico de los años 50.
También podemos recordar la carta falsa del alcalde de Zaragoza explicando que no suprimiría la carne de cerdo en los comedores escolares a pesar de las peticiones de los musulmanes, un bulo que antes había circulado por Francia y Bélgica. Pasó algo similar con las historias que decían que Facebook sería de pago, parecidas a las cadenas que amenazaban con el cierre de Messenger y Hotmail. En otras historias, como la del supuesto “condón trampa”, encontramos paralelismos en mitos de varias culturas (la vagina dentata).
6. Snopes la ha desmentido antes. Este consejo está al final, pero bien puede ser lo primero que se haga. Esta web es la principal herramienta a la hora de confirmar o desmentir un bulo, al menos en lengua inglesa. Por poner un par de ejemplos recientes, el origen del Black Friday no está en la venta de esclavos y Donald Trump no ha ganado el voto popular, a pesar de lo que decían algunas noticias falsas. También hay clásicos, como las gallinas de cuatro muslos de Kentucky Fried Chicken. E incluye una base de datos de medios que publican noticias falsas.