RFID: Amazon Go y el final de la larga cola
Lo bueno: adiós a las colas. Lo anunciaron hace un mes: “Usa la app Amazon Go para entrar, después guarda tu móvil y empieza a comprar”. Coges lo que quieras y te lo llevas. Nadie te salva de los pasillos atrozmente iluminados ni del apestoso muzak, pero te saltas lo más tedioso, que es la cola. Te vas a casa como un ladrón, sin cometer fechorías, con la compra hecha y media hora extra para ver el último episodio de Narcos. ¿Qué podría salir mal?
Lo malo: adiós a tu privacidad. Gracias a su nueva App, Amazon sabe cuándo entras, qué coges, qué metes en tu carrito, qué abandonas por el camino y qué te llevas al salir. Como una versión en carne de Amazon.es que te sigue de tienda en tienda, igual que las cookies te siguen de página en página.
“Usamos visión artificial, algoritmos de aprendizaje profundo y fusión de sensores, muchas de las tecnologías que encontrarías en un coche autónomo –dice Amazon–. Lo llamamos tecnología ‘Just Walk Out’” (simplemente, sal de la tienda).
En realidad, lo que usan es RFID de toda la vida, el sistema de identificación por radiofrecuencia, una tecnología de reconocimiento automático basado en etiquetas que otorga a cada objeto su propia identidad y que ya está presente en pasaportes biométricos, las pegatinas de telepeaje y abonos transporte en varias partes del mundo. Y que cuando se empezó a usar de esta manera hace 10 años hizo saltar todas las alarmas.
Combinado con tu historial de Amazon, con todas tus preferencias y compras anteriores, Amazon echa un órdago a un mercado dominado con una patente calentita y una tecnología que las grandes superficies comerciales tendrán que superar o comprar. Si varias cadenas de supermercados se suman a la fiesta, con promociones especiales y otras estrategias habituales, pronto será imposible entrar en una tienda sin que Amazon lo sepa. Por no hablar de lo fáciles que son de hackear.
La carne perfecta
Lo bueno: salvar el mundo. Los números no mienten: el consumo de animales y la industria que lo gestiona son los principales responsables de las emisiones tóxicas, la deforestación, la extinción de especies, la resistencia a los antibióticos y el cambio climático, además de una fuente muy poco eficiente de proteína y la causa principal de las enfermedades cardiovasculares. En 2015, la OMS advirtió por primera vez que la charcutería produce cáncer y la carne roja, probablemente, también.
Los esfuerzos de la industria por invalidar el informe parecen haber convencido al consumidor español. La industria tecnológica, sin embargo, lleva años tratando de solucionar ese problema con un sucedáneo de carne lo suficientemente delicioso como para sustituir al tradicional, pero que no consuma la mayor parte de los recursos de un planeta que, de momento, es el único que tenemos para vivir.
Este verano, Impossible Foods hizo lo realmente imposible: una hamburguesa hecha de plantas que sabe, huele, sangra y se comporta como un trozo de un animal. Un pequeño paso para Silicon Valley, un gran paso para la supervivencia de la humanidad.
Lo malo: el precio. Desafía la lógica que un producto hecho de plantas sea más caro que otro parecido hecho de carne animal, que requiere muchas, muchas veces más tierra, agua, energía y tiempo. Lo mismo ocurre con las renovables pero atención: 2016 fue el primer año en el que los paneles solares fueron más baratos que los combustibles fósiles.
Tu primera secretaria AI
Lo bueno: concentración. Clara contesta a tu correo, te organiza el calendario, manda regalos de cumpleaños, reserva las cenas y hasta convence a tus amigos de comer en tus restaurantes favoritos. Como cualquier secretaria personal, te ahorra todas las minucias burocráticas del día a día para que puedas concentrarte en lo que importa de verdad. Cumple órdenes en cualquier formato: notas, correos o mensajes de voz.
Y todo eso sin comer, sin dormir y sin cotizar en la Seguridad Social. O, al menos, eso dice ClaraLabs, la empresa responsable de esta inteligencia artificial que ya ha pasado el test de Turing y que promete devolverte la concentración que te ha robado el correo. Especialmente hilarante es este testimonio de un usuario que vio a su Clara intercambiar varios correos con la Clara de otro colega para encontrar un hueco en sus apretadas agendas. Inteligencias artificiales hablando de nosotros a nuestra espalda.
Lo malo: hay trampa. Ahora mismo hay un equipo de duendes que monitoriza el trabajo de todas las Claras, un proceso que los ingenieros denominan Machine Learning y que aseguran que se acabará cuando ninguna de las Claras cometa errores. O una fábrica de explotación de ingenieros malpagados al final de la segunda burbuja puntocom. Además, todavía no está disponible en español.
CRISPR-Cas9: terapia genética 2.0
CRISPR-Cas9 es un “editor genético” capaz de modificar lugares muy precisos del ADN para eliminar o introducir variables que pueden eliminar miles de trastornos hereditarios, corregir errores o mutaciones genéticas debilitantes. Muchos especialistas consideran que ofrecerá nuevas alternativas para tratar el cáncer, la hepatitis e incluso de revertir algunos tipos de ceguera y sordera, y acabar con las enfermedades de tipo autoinmune, deshabilitando el gen que produce la reacción fatal. No hace falta decir que hay un antes y después de CRISPR en la biotecnología.
La experiencia en humanos es limitada. El pasado octubre, un enfermo de cáncer de pulmón fue la primera persona en recibir tratamiento basado en CRISPR, en Chengdu, China. Ese mismo mes en Texas, EEUU, un joven de 24 años con distrofia muscular ha accedido a ser tratado con el editor genético como último recurso, en un proceso indoloro que duró tres días. En ambos casos, queda ver los resultados de la operación, pero la carrera ya ha empezado. Y en Europa se han aprobado dos tratamientos de reemplazo de genes para enfermedades hereditarias.
Lo malo: epigenética 2.0. CRISPR es una tecnología barata, precisa, necesaria y aparentemente sencilla de utilizar. Si demuestra parte de su potencial, ya es una de las tecnologías más importantes del siglo XXI. Es por ese potencial que las principales universidades del mundo pelean por su patente y que las principales farmacéuticas han invertido millones de dólares en startups dedicadas a la edición genética.
Los menos optimistas auguran un nuevo mercado de eficiencia genética, bebes a la carta y, en general, una vuelta a la epigenética como modelo de progreso que solo puede agravar las desigualdades que ya enferman a nuestra sociedad.
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