El aceite de palma que compra Nestlé es a costa del trabajo infantil, acusan pueblos

El pasado domingo 6 de febrero, Raimundo Serrão y un grupo de unos 60 quilombolas decidieron no detenerse ante las amenazas que impedían su desplazamiento, y cruzaron el río Acará (municipio de Acará, en el noreste del estado de Pará) para retomar parte del territorio que reclaman. Los quilombolas dicen que fueron expropiados de allí en la década de 1980, y que sus antiguas comunidades están hoy superpuestas a las fincas y áreas de preservación ambiental de la empresa Agropalma S.A. El lunes 7 La situación se volvió tensa cuando empleados de la empresa y guardias de seguridad armados y encapuchados contratados por Agropalma acorralaron a los quilombolas,

El señor Raimundo Serrão afirma que el territorio en el que vivía con su familia hasta que fue expulsado está hoy parcialmente ocupado por la finca Roda de Fogo y la finca Castanheira, pertenecientes a Agropalma, empresa que suministra aceite de palma a Nestlé, según indican los documentos hechos públicos por la propia multinacional suiza. Los quilombolas afirman que estas fincas ocupan partes del territorio donde vivían las comunidades quilombolas Nossa Senhora da Batalha y Comunidade Santo Antônio y donde vivía el pueblo indígena Tembé, todos expulsados de sus tierras.

Como prueba, los quilombolas señalan los cuatro cementerios ancestrales que se encuentran allí, donde están enterrados muchos de sus seres queridos fallecidos -hay al menos tres cementerios quilombolas y un cementerio tembé. Junto con las tejas y los elementos que componían la estructura de soporte de las edif icaciones, estos cementerios atestiguan la existencia de un territorio multiétnico destruido por el monocultivo de la palma aceitera en la región del alto río Acará.

Fue por la importancia física y simbólica de estos cementerios que, a finales de octubre de 2021, Raimundo Serrão y un grupo de unos diez quilombolas iniciaron una misión arriesgada, que al mismo tiempo removió los sentimientos de todos los involucrados. Después de unos 35 años, decidieron limpiar el cementerio. El Sr. Raimundo resume los riesgos: “Iba a limpiar el cementerio. Iba a bajar vivo al cementerio. Pero no sabía si iba a volver con vida”.

Este desplazamiento forzado es la propia historia de vida de Raimundo Serrão, quien, emocionado, relata el proceso de expulsión. Recuerda que los conflictos con un cultivador de palma local comenzaron en 1975. Afirmó tener documentos y reclamó la zona donde vivía Raimundo con su familia: “Este cultivador vino a la casa para decirle a mi padre que aceptara el dinero de la indemnización. Que si no aceptaba, matarían a mi padre, matarían a mis hermanos”.

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Con dolor y voz temblorosa, cuenta una visita particular de unos pistoleros armados, que amenazaron con matarlos a todos

Raimundo tenía 12 hermanos, siendo él el mayor. Cuando los conflictos se intensificaron, tenía 15 años. Asustado, trató de mediar en la situación, llamando a su madre para que le ayudara a convencer a su padre de que aceptara la oferta de la zona donde vivían. “La oferta era de cien cruzeiros. O él (su padre) se llevaba cien cruzeiros, o ellos (el campesino y los pistoleros) incendiaban la casa, y todo terminaba. Iban a matar a todo el mundo”, recuerda el Sr. Raimundo entre lágrimas.

Con dolor y voz temblorosa, cuenta una visita particular de unos pistoleros armados, que amenazaron con matarlos a todos. Raimundo Serrão y su madre finalmente convencieron a su padre para que aceptase los cien cruzeiros y se fueron a Belén. Una vez en la ciudad, no pudieron adaptarse. “Hablo de ello. Pero para mí es lo mismo que ha ocurrido hoy. Duele demasiado. Y desde entonces nunca he tenido paz. Sólo me muevo, sólo me muevo…”, dice Raimundo, que desde entonces se ha movido por la región, y sólo ha conseguido volver a establecerse definitivamente en Vila Palmares a finales de 2021 -la comunidad alberga a familias desplazadas por la implantación del monocultivo de palma aceitera en la región-.

Fuente: Sin Embargo


Source: Crealo