Arsuaga, codirector de excavación en los yacimientos de Atapuerca (Burgos, norte de España), quien participó junto a otros ponentes en el Simposio Internacional “La historia evolutiva de la cara humana”, organizado por la Fundación Ramón Areces, explicó que el rostro humano es “completamente original”, es decir, “no hay ningún otro como él”.
“Yo creo que la función de la cara humana moderna es social dado que se trata del rostro más expresivo de la historia de la humanidad y nunca ha habido una especie con un rostro con tanta capacidad de expresar”, señaló.
La hipótesis de este experto, quien afirma que tiene “una parte imaginativa y otra científica”, se recoge en un artículo que publicó en 2015 junto a los investigadores estadounidenses Timothy Bromage y Rodrigo S. Lacruz, en el que abordan los procesos de desarrollo de la cara en Atapuerca y en otros lugares.
“Mi teoría es muy curiosa y contradice todas aquellas explicaciones que se basan en un aspecto funcional a la hora de hablar de la evolución en el rostro de homínidos antiguos”, declaró el paleoantropólogo, quien añade que esta familia de primates “pudo habitar en la naturaleza” y, por ello, la selección natural dotó de una “función determinada” a su rostro.
Sin embargo, según este científico, el Homo sapiens presenta una cara “especial y diferente que no hemos sido capaces de comprender cómo se forma y para qué sirve, en el caso de que posea una utilidad motivada por una adaptación, dado que existen procesos adaptativos que no son evolutivos”.
Respecto a una adaptación relacionada con una función mecánica, mencionó al hombre de Neanderthal porque “la evolución en la morfología de su rostro tiene que ver con la masticación y con el uso de la boca”.
A su juicio, el rostro del ser humano posee relieve a diferencia de la cara de los neanderthales y Atapuerca que es plana, y, según la ciencia, ésta cuenta con una “menor prominencia y topografía desde el punto de vista estructural”.
“Yo las denomino máscaras faciales porque no están ni modeladas ni esculpidas y se asemejan a una careta”, explicó Arsuaga, quien recalca que los pómulos salientes y las concavidades del rostro es “algo exclusivo de nuestra especie”.
Añadió que aunque “queda mucho por investigar”, hasta la fecha, “el primer caso de un fósil que ya cuenta con la morfología de la cara actual puede estar en el Chico de la Gran Dolina, un rostro infantil que posee 900 mil años, o también en algunos Homo sapiens con 150 mil”.
Por último, afirmó que en la actualidad no tiene mucho sentido hablar de la evolución futura del rostro humano porque “por primera vez en la historia disponemos de información genética” y, además, “podemos saber qué va a modificar el genoma”.
En este aspecto, añadió que “no resulta útil preguntarse qué harán las fuerzas de la naturaleza porque nosotros somos las fuerzas de la naturaleza”.
Fuente: Sin Embargo