En el tablero geopolítico de la energía, el dominio no solo se mide en barriles de petróleo o metros cúbicos de gas. Hay un recurso, silencioso pero poderoso, que está redefiniendo el panorama actual: el uranio. Mientras algunos países buscan desesperadamente reducir su dependencia energética, otros han comprendido que el verdadero poder reside en controlar no solo la materia prima, sino todo el ciclo nuclear.
Rusia ya ha tomado la delantera con una docena de centrales en construcción, pero ahora su mayor proveedor también quiere convertirse un actor estratégico.
Nuevo actor. Kazajistán ha decidido acelerar su desarrollo nuclear para abordar su creciente escasez de energía. El gobierno ha aprobado la construcción de su primera central nuclear y un plan para ampliar su industria nuclear. Un referéndum en octubre de 2024 mostró que el 70% de los votantes apoyan la construcción de plantas nucleares.
Esta primera central nuclear estará ubicada en la aldea de Ülken, en la región de Almaty. El gobierno tiene la intención de construir al menos tres plantas más para aprovechar al máximo sus recursos. Actualmente, se están llevando a cabo estudios de factibilidad y negociaciones con proveedores internacionales para determinar los detalles técnicos y financieros del proyecto. El financiamiento principal provendrá de un préstamo gubernamental ruso con subsidios, y Samruk Energo liderará las negociaciones para garantizar la eficiencia de costos.
Escasez energética. El país kazajo quiere de reducir su dependencia energética y enfrentar una creciente demanda interna. A pesar de ser uno de los países con mayores reservas de uranio, no cuenta con una central nuclear operativa desde 1999. Sin embargo, fabrica equipos de bombeo para plantas nucleares y busca expandir la producción nacional de componentes de reactores y equipos de energía. Esta estrategia se alinea con los objetivos de neutralidad de carbono y modernización industrial.
Un clúster de energía. El gobierno busca desarrollar un «clúster nuclear» que no solo incluya la planta de energía, sino también la producción local de combustible nuclear. Para ello, ha formado alianzas con China y Francia. Además, para los reactores nucleares, contará con proveedores de tecnología como el país galo y Corea del Sur.
La central probablemente tendrá una capacidad de al menos 3 GW, y se construirán más plantas en el futuro. Kazajistán también fortalecerá sus redes eléctricas y conectará mejor la región occidental con el sistema nacional.
Entonces, ¿qué ocurre con Rusia? El Kremlin sigue siendo un actor importante en el sector nuclear global y ha suministrado tecnología nuclear a Kazajistán en el pasado. Sin embargo, dentro del país crece la preocupación de que un acuerdo con Rosatom (la agencia nuclear rusa) genere una dependencia excesiva, tanto en términos tecnológicos como financieros. La oposición ha expresado temores de que Rusia utilice la energía nuclear como un instrumento de influencia geopolítica.
Problemas en el pasado. La energía nuclear en el país ha constituido un tema delicado debido a los efectos de las pruebas nucleares soviéticas en la región de Semipalatinsk. Por ese motivo, como indica el profesor Kashi Nath Pandita, las preocupaciones sobre la seguridad y la falta de transparencia en los procesos regulatorios se interponen en el camino del progreso.
Previsiones. El proyecto puede estar terminado en la próxima década, sino lo adelantan. Sin embargo, el país aún enfrenta diferentes desafíos como la desconfianza pública, las preocupaciones ambientales y la necesidad de elegir un socio tecnológico sin comprometer su independencia. A largo plazo, esta expansión podría posicionar a Kazajistán como un líder energético en Asia Central, reduciendo su vulnerabilidad a la inestabilidad energética regional y fortaleciendo su presencia en la competencia global por el control de los recursos energéticos.
Source: Crealo