Resultados de estudios recientes muestran que tomar decisiones en una lengua distinta de la materna lleva a conclusiones más reflexivas.
“¿En qué idioma te lo tengo que decir para que me hagas caso?”. Esta frase que miles de madres han lanzado contra sus hijos está, en el fondo, cargada de verdad. Porque una serie de trabajos científicos recientes está dando forma a una realidad sorprendente: pensamos y decidimos de distinta forma si procesamos la información en otro idioma que no sea el materno. Aunque entendamos igual de bien la idea o el problema, al hacerlo en una segunda lengua el resultado será más reflexivo; menos emocional, más orientado a obtener un resultado útil.
“Beneficia al pensamiento deliberativo; te hace pensar dos veces las cosas”, asegura Albert Costa, uno de los mayores expertos en bilingüismo gracias a sus investigaciones en la Universidad Pompeu Fabra en Barcelona (noreste de España). Costa acaba de publicar un artículo en este campo junto a unos colegas en la revista especializada Trends in Cognitive Sciences, ha informado este miércoles El País.
Costa empezó sus estudios en este campo con el dilema del tranvía: ¿tirarías a una persona a la vía para que con su muerte salve la vida de otras cinco personas? El conflicto moral que nos supone empujar a esa víctima solitaria se desvanece en muchas personas cuando se lo plantean en un idioma que no es el materno.
Las personas que sacrificarían a esa persona en virtud del bien común pasan de ser el 20 % de la muestra hasta casi la mitad. Únicamente porque procesan el dilema en un idioma aprendido después del materno. Muchos otros trabajos han confirmado estos resultados: en un idioma extranjero nos llevamos menos por lo emocional y nos centramos en el resultado más eficiente. Somos menos moralistas y más utilitaristas.
HispanTV