Steve Jobs prefería las reuniones mientras daba paseos por el campus de Apple. Ahora la ciencia le da la razón

Una cita atribuida a Picasso decía: «La inspiración existe, pero te tiene que encontrar trabajando». No obstante, aunque perseveres en encontrar la solución para alguna tarea, es probable que el cerebro se bloquee y no sea capaz de desarrollarla. Steve Jobs tenía una receta eficaz para esos casos: levantarte de tu mesa e ir a dar un paseo.

Walter Isaacson, autor de su biografía oficial, contaba en su libro que la mayoría de las conversaciones que mantuvo con el cofundador de Apple las tuvo mientras paseaban. «Dar un largo paseo era su forma preferida de tener una conversación seria». Lo mismo opinaba Jony Ive, el artífice de los diseños de los productos que llevaron a Apple a su posición actual, que en una entrevista con The Wall Street Journal aseguraba que: «Gran parte de nuestro tiempo juntos lo pasamos caminando tranquilamente».

Si te bloqueas: levántate y anda

Varios estudios científicos han demostrado que, esa pasión de Steve Jobs por estirar las piernas por el campus de Apple mientras conversaba con alguien o, para reflexionar sobre algún problema complejo, fue todo un acierto.

Investigaciones de la Harvard Medical School han demostrado que practicar ejercicio favorece el procesado de las ideas, mejorando las habilidades de pensamiento, al tiempo que mejora la memoria. Es un hecho científico avalado por la Organización Mundial de la Salud.

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Sin embargo, se tiende a pensar en actividad física como un entrenamiento prolongado, cuando en realidad no es necesario más que un paseo de 10 minutos para comenzar a notar esos beneficios. Así lo aseguraba la neurocientífica de la Universidad de Cambridge y autora del libro ‘Hyperefficient: Optimize Your Brain to Transform the Way You Work’, Mithu Storoni, en el podcast de Harvard Business Review.

«Tengo algunos clientes que han adoptado una regla, y uno de ellos es un director general, de que, si está sentado frente a su computadora con un problema que no ha logrado resolver durante 10 minutos, deja su escritorio, se va a caminar. Y la razón por la que esto funciona es que puedes usar ese ejercicio físico para cambiar los patrones de pensamiento de tu cerebro», contaba la investigadora.

Storoni contaba que el cerebro no es como un músculo que pueda forzarse con algo más de esfuerzo para conseguir mejores resultados. Cuando se trata del cerebro, el enfoque de «más esfuerzo son más resultados» no funciona e intentar continuar cuando el cerebro se bloquea es contraproducente en la mayoría de los casos.

«La mente descansa mientras trabaja, y trabaja mientras descansa. Dar un paseo, por ejemplo, alinea tu cerebro con la fisiología de tu cuerpo y te mantiene en el estado mental de alerta adecuado, para que no te quedes dormido, ni te sientas letárgico, ni mires tu teléfono. Al mismo tiempo, mantiene tu atención en movimiento, porque tu entorno se mueve mientras caminas, por lo que tu atención realmente no puede fijarse en nada. Así que se mete en tu cabeza y explora tus problemas y trata de resolverlos desde diferentes vías», dice. «, aseguró en el podcast Mithu Storoni.

En su entrevista, la neurocientífica aseguró que, al caminar, se reciben distintos estímulos que hacen que el cerebro no pueda pensar obsesivamente en una determinada idea, y es esa abstracción del pensamiento obsesivo la que permite encontrar nuevos caminos y soluciones.

La investigadora señalaba que el cerebro no emplea los mismos mecanismos cuando se trata de hacer tareas rutinarias, que cuando son tareas más creativas o de resolución de problemas. «Cuando estamos sentados en nuestro escritorio y realizamos lo que es el equivalente a un sprint mental, estamos obligando a nuestros cuerpos a permanecer en un estado fisiológico muy diferente al de nuestras mentes».

Más allá de alinear los procesos físicos con los mentales, un grupo de varios investigadores europeos demostraron los beneficios de caminar en entornos naturales para reducir los niveles de cortisol, la hormona del estrés. Algo a los que los noruegos han nombrado con uno de sus impronunciables términos: friluftsliv


Source: Crealo