Ocho tallas del siglo XVIII, usadas el Jueves y Viernes Santo, en la peregrinación de los Cristos que se lleva a cabo en Semana Santa, en la comunidad de San José de Gracia, Aguascalientes, fueron restauradas por especialistas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), con lo cual se contribuye a la preservación de esta tradición de más de 150 años.
Algunos de estos Cristos llevan más de un siglo entre las familias de ese lugar, por lo que el paso del tiempo y la exposición a los rayos del sol les han ocasionado deterioros.
Las tallas intervenidas tienen diferentes nombres a pesar de representar la misma advocación, como El Señor de la Misericordia, de Esquipulas, la Preciosa Sangre, El Señor Original, El Señor de las Angustias, El Señor del Huerto y El Señor de la Agonía, que miden entre 1.12 metros y 21 centímetros de alto.
El historiador del INAH Aguascalientes, Christian Medina López, señaló que en los registros parroquiales de 1847 se habla de que la procesión de la Semana Mayor ya tenía gran arraigo en la comunidad, de ello se deduce que su origen se remonta a finales del siglo XVIII.
La primera de dos procesiones comienza la tarde del Jueves Santo, antes de la Eucaristía. “Los pobladores van casa por casa recogiendo los Cristos para llevarlos al templo de la Inmaculada Concepción, y después de la ceremonia los regresan a sus hogares, en un recorrido de cuatro horas”.
Tras los trabajos de restauración realizados por el INAH, aumentó el interés de la gente por llevar sus imágenes a la peregrinación. En ese andar, familias de la localidad, previamente inscritas, participan en la procesión con más de 40 esculturas de Cristo.
El Viernes Santo, los Cristos son llevados nuevamente a las calles para representar el Viacrucis; al volver a las casas se les desclava de las cruces, les renuevan el cendal y los tienden para su velación, la cual comienza con el rezo de un rosario. Por la noche se lleva a cabo la Procesión del Silencio, sólo con las cruces.
El Domingo de Resurrección se levantan las imágenes y se clavan en las cruces. El acto solemne concluye con una comida que ofrece la familia, y reparte pan y naranjas a las personas que los acompañaron.
El historiador, quien desde hace 15 años estudia esta tradición en San José de Gracia, ha constatado que los “norteños”, como llaman a los migrantes, regresan a cumplir la manda de cargar los Cristos, porque consideran que son ellos quienes los protegen en su camino a Estados Unidos, donde trabajan gran parte del año.
La restauración
Teresa Rendón, restauradora adscrita al INAH Aguascalientes, detalló que los trabajos en aquella localidad se dieron a partir de una solicitud del cronista Víctor Burgos, quien pidió la colaboración del INAH para restaurar las piezas y así reavivar una de las más antiguas tradiciones de San José de Gracia, Aguascalientes.
La intervención comenzó en 2011 con la valoración de 16 piezas consideradas históricas, de las cuales 11 datan del siglo XVIII y fueron hechas con pasta de caña, colorín y madera de cedro; en tanto, las otras cinco son de resina y yeso, por lo que se ha inferido que su manufactura es reciente.
De las 11 tallas históricas se han atendido ocho. Los Cristos presentaban faltantes y craqueladuras en la policromía, ocasionadas por cambios bruscos de temperatura y humedad en la región. Antes de intervenirlos, fueron analizados con rayos X, luces infrarrojas, ultravioletas, pruebas de solubilidad, además de análisis estratigráfico. A las representaciones del Señor de la Coronación y de la Preciosa Sangre además se les realizaron tomografías.
El estudio permitió descubrir que el Cristo de la Preciosa Sangre presentaba fracturas, y que sus extremidades estaban unidas con espinas de maguey. El Señor de la Coronación contaba con articulaciones en los brazos, pero en algún momento de su historia se inmovilizaron y ahora, con la restauración, recuperó el movimiento con el que fue creado hace casi 200 años.
El INAH, en coordinación con de expertos y alumnos de las escuelas Nacional de Conservación, Restauración y Museografía (ENCRyM), y de Conservación y Restauración de Occidente (ECRO), llevo a cabo la restauración de las obras religiosas.
La investigación histórica arroja que algunas piezas que formaban parte de esta procesión fueron trasladadas a municipios aledaños en 1928, cuando se construyó la presa Calles, porque el pueblo quedó bajo el agua, tal es el caso del Señor de las Angustias, del municipio de Rincón de Romos, también restaurado por la especialista.
La intervención consistió en limpieza mixta, eliminación de repintes, resanes, fijado de escamas, reposición de faltantes, principalmente dedos de manos, y se atendieron fracturas y quemaduras, daños por abrasión, y se reintegró la policromía a cada pieza.