Hay dos fiestas religiosas vinculadas con Jesucristo: la conocida como tiempo de la Natividad del Señor y la Pasión y muerte de Jesús, la cual se inicia con el Carnaval, sigue con el Miércoles de Ceniza, la Cuaresma y la Semana Santa.
De acuerdo con la investigadora Sonia Iglesias, la tradición del Domingo de Ramos o la bendición de las palmas llegó a México con los frailes evangelizadores, en los primeros años de la Conquista.
“Ya desde entonces se tejían figuras utilizando diferentes fibras vegetales. Esta artesanía proviene de las regiones aledañas a Alicante, España, donde en un inicio se utilizó el laurel y el romero, que fueron sustituidos, en el siglo XV, por la palma. Ese día, en nuestro país, se adornan los altares y las capillas externas de las iglesias, donde los fieles van a bendecir sus ramas de olivo o sus palmas, sobre todo en provincia, y que colocarán en la parte trasera de las puertas de sus hogares o en los altares domésticos”.
Tal es el comienzo de la Semana Mayor, la cual se conmemora de diferentes maneras a lo largo y ancho del país, dentro de un diálogo en el que se conjugan la visión católica con los elementos sagrados de los pueblos prehispánicos, con lo que se ha construido tan solo desde dos perspectivas: la mestiza y la indígena, “a partir de fundamentos religiosos comunes”, se especifica en el libro La Semana Santa en México. Con la muerte en la cruz (DGCP-Conaculta), en cuya elaboración participaron Sonia Iglesias, Leticia Salazar y Julio César Martínez.
La mirada indígena
En las comunidades indígenas, donde el mestizaje se refleja en cada una de sus celebraciones religiosas, todo lo vinculado con la Pasión y muerte de Jesús adquiere características muy especiales, donde se funden tanto la presencia católica, como las costumbres heredadas desde tiempos prehispánicos.
Así, por ejemplo, en el volumen La Semana Santa en México. Con la muerte en la cruz, los investigadores hablan de la conmemoración entre los coras de Nayarit como “uno de los ejemplos más interesantes y espectaculares del sincretismo religioso.
“Los coras tienen su propia versión de la Pasión y Muerte de Jesús, expresada en la costumbre de pintarse el cuerpo con colores sagrados tales como el negro, el blanco y, principalmente, el rojo, ‘el baño y paseo de los santos’; el concepto del ‘doble del Nazareno’; las muertes prematuras de Jesús asociadas con la creencia de la existencia de ‘dobles’ o nahuales del hombre; las tres pascuas; la identificación de Tayau, divinidad solar, con Jesús; y la ausencia del drama de Judas Iscariote, para mencionar sólo algunas características”.
En las descripciones de la Semana Santa entre los pueblos indígenas recuperadas por Sonia Iglesias, Leticia Salazar y Julio César Martínez destaca la de los pueblos mayos de Sonora, donde el más anciano de las comunidades es el elegido para representar al papel de Jesús, una de cuyas responsabilidades es pedir limosna por todo el pueblo, siempre acompañado de los “fariseos”, personajes que portan una máscara que les llega hasta los hombros, elaborada de piel de borrego o de cabra, quienes llevan un cinturón del que cuelgan corcholatas, cascabeles y casquillos de balas.
La representación se realiza con algunos pasajes tradicionales, hasta que llega el rito de purificación, el Sábado de Gloria, cuando “frente a una gran cruz, las máscaras, las espadas y en general todos los útiles de madera que fueron empleados en los ceremoniales de la Semana Santa se queman en una hoguera, en tanto que los danzantes, bellamente ataviados, ejecutan las danzas de los Matachines, el Venado y las Pascolas, danzas que se prolongan a lo largo del día.
Solo unos cuantos ejemplos de las múltiples maneras de conmemorar la Semana Santa en México, donde incluso se generan algunas creencias solo para ciertas regiones, como se recoge en La Semana Santa en México. Con la muerte en la cruz: los mazatecos de San Pedro Ixcatlán, Oaxaca, acostumbran golpear los árboles durante el Sábado de Gloria para que den buenos frutos; mientras, en San Mateo Atenco, Estado de México, ese mismo día se le jalan las orejas a los niños para que crezcan y a los hogares se llevan recipientes de agua bendita para curar enfermedades.
Celebración mestiza
Una de las celebraciones de Semana Santa más conocidas en todo el país es la que se lleva a cabo en Iztapalapa, originada en una epidemia de cólera morbus que se propagó en la Ciudad de México en 1833, por lo cual los pobladores de los pueblos Atlalico y Axomulco realizaron una manda ante el señor de la cuevita presentando a los niños y adolescentes en el atrio para prometer una misa hasta que se eliminara la epidemia. En 1843 se realizó la primera representación de los principales pasajes bíblicos con imágenes de bulto, ahora son personas de carne y hueso, y se esperan hasta 2 millones de visitantes.
Junto a la representación en Iztapalapa se podría hablar de pasajes muy tradicionales, como la Procesión del Silencio en Zacatecas, en la que intervienen alrededor de dos mil fieles y se espera, para este año, la asistencia de 45 mil espectadores.
En la Procesión del Silencio de Taxco, en Guerrero, los penitentes se someten a severos castigos: hombres que llevan en sus espaldas rollos de varas espinosas; hombres y mujeres que, vestidos de negro, llevan en sus tobillos cadenas que arrastran al caminar, o varones que golpean su espalda con tachuelas que desgarran la piel.
Información de Jesús Alejo Saniago (MILENIO)