Este jueves, dos grandes del taekwondo, María del Rosario y Briseida Acosta, pelearán por obtener el boleto para los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.
Será un encuentro que muchos admiradores de ellas no quisieran que se llevara a cabo.
Tal es el caso del entrenador José Luis Onofre quien las ha visto formarse desde pequeñas.
Ese sitio en que las vio ir forjando sus sueños, donde surgió una amistad entre ellas, pero que ahora un boleto olímpico las ha vuelto rivales.
Él se sienta en las gradas, otra vez la mirada hacia el tatami, con sentimientos encontrados busca respuestas del porqué se tienen que enfrentar ambas, pero las mismas no llegan.
Gesticula, su vocación de entrenador ahora es de sufrimiento, porque las vio crecer y siempre las trató como un padre. Les dio consejos y las consoló en los momentos difíciles.
Desea que la vida continué, cerrar este episodio junto a sus pupilas, pero el reto es difícil. Sabe lo que son unos Juegos Olímpicos, algo por lo que ellas se han preparado y aspiran el boleto.
No teme ser juzgado por las nuevas generaciones que las toman como ejemplo a seguir, si se define por alguna de las dos, pero dentro de su corazón y sus pensamientos sabe que no lo hará, entonces analiza si el ser entrenador a veces se convierte en una injusticia.
María y Briseida enfrentarán para buscar la plaza olímpica, en la categoría de los 69 kilogramos.
El estratega Onofre siempre infundió pasión en ellas por el taekwondo. La filosofía que se formó desde que primero fue deportista y luego el jefe de la selección élite, la perfeccionó en sus pupilas, quienes ahora enfrentan una rivalidad que pensó que nunca llegaría.
“No diría una rivalidad, sino que el destino las puso en este sitio. Es difícil dar una opinión cuando las has visto crecer y apoyarlas. Ambas son unas guerreras y quieren el boleto a Tokio. Tal vez lo injusto es que solamente sea una plaza para su categoría”.
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