Puerta de vidrio casi le amputa los brazos a raquetbolista

Gerardo era campeón nacional de raquetbol, representaba al estado de San Luis Potosí, tenía 13 años y sufrió un grave accidente.

Maritza, su mamá, narra la difícil experiencia: ”Estaba jugando con unos amigos, cuando una puerta de vidrio delgado se cerró y Gerardo la atravesó, tuvo cortaduras muy graves de tejido, hueso, nervios, arterias, de hecho prácticamente se desangró y al llegar al hospital le dio un paro cardiaco.

A ella se le humedecen lo ojos y la voz se quiebra, pero continúa: “los doctores lo sacaron adelante y nos pidieron que pasáramos a despedirnos de él porque le harían una cirugía de alto riesgo, fue de aproximadamente 10 horas, primero para salvarle la vida y luego tratando de salvar el brazo, el izquierdo, porque la decisión previa era la amputación”.

“En casa somos mi cuatro hijas mujeres, mi Gerardo y yo. Nadie podíamos pensar ni por un minuto en su ausencia, Dios quiso que se quedara con nosotras, es nuestro apoyo y sostén en muchos ámbitos de nuestras vidas”, refiere Maritza.

Cuando se superó la prueba de vida, el doctor le dijo que dada la gravedad del accidente, no volvería a jugar jamás, porque tenía los dos brazos atrofiados y que era mejor buscar otras opciones.

Aún con los brazos enyesados, él empezó a usar los pies y poco a poco, conforme le quitaban yeso o férula, fue agarrando la raqueta, dedo por dedo.

A los ocho meses, ya estaba inscrito en una competencia, en donde empezó de cero. La rehabilitación se llevó más de un año, pero Gerardo estaba feliz de competir. En la Olimpiada Nacional de Guadalajara, consiguió una medalla, para todos fue como un milagro, recuerda su mamá.

Todavía está débil, el brazo izquierdo está mal en un 80 por ciento, de la muñeca a la mano está atrofiado y el brazo derecho dejó de funcionar en un 60 por ciento y dos dedos no los puede mover.

Con todo esto, Gerardo acaba de participar el mes pasado con la selección mayor en una competencia en República Dominicana y haciendo pareja con Christian Longoria, se trajeron el oro.

Gerardo asegura que “el deporte y en especial el raquetbol, me ha dado demasiado, he aprendido a no rendirme y salir adelante ante cualquier reto, las limitaciones del cuerpo no me van a vencer”

Inicia el partido final de la de Olimpiada Nacional. Son más amigos que rivales. Gerardo no es autosuficiente. Christian, quien le ganó el oro en un reñido partido, es quien le pone el guante a su oponente, a veces lo ayuda con las agujetas de los tenis y cuando se cambian, le abotona la camisa y le destapa la botella de jugo o agua.

Maritza sabe que tendrá que someter a su hijo a otra cirugía que le ayude a recuperar movimiento y sensibilidad en el brazo derecho y sobre todo en los dedos. En dos semanas se cumplirán 3 años de ese angustiante día.