Andrés Manuel López Obrador se mostró, según él, muy académico con la historia reciente de Chihuahua para denostar la lucha por el agua. Y demostró que conoce nada. La historia de Chihuahua no se resume a un repaso electoral y a sus exgobernadores, del PRIAN, como él los calificó. La historia de Chihuahua se resume más bien a esa necesidad de la lluvia y de que cuando llega, no hay desierto que venza a sus agricultores. Si AMLO realmente conociera la historia reciente del estado, al menos desde que comenzó a denostarla, desde 1986, sabría que al finalizar el sexenio de Fernando Baeza y comenzando el de Francisco Barrio, no “Barrios”, como él lo llamó, inició una sequía que sumió a la entidad, casi toda la década de los 90, en una crisis del campo de la que tardó años en recuperarse, que debido a esa sequía, los pequeños ganaderos se quedaron sin nada y los medianos se volvieron pequeños, que las vacas y sus becerros caían inertes sobre la tierra árida, a abonar con sus cuerpos el suelo seco. Sabría que existió una crisis en todos los cultivos, en especial hortalizas y que la pizca de nuez fue lo que “salvó” a decenas de poblados de las regiones centro-sur y noreste de no desaparecer y convertirse en pueblos fantasma. Sabría que la migración de chihuahuenses hacia Estados Unidos aumentó como nunca y a las grandes ciudades como Chihuahua y Juárez también, generando más pobreza, desigualdad y violencia. Sabría que las familias se rompieron y que las mujeres quedaron solas en las comunidades rurales. Pero de eso AMLO no conoce, él sólo sabe vivir de la grilla, utilizando a su antojo los problemas sociales antes descritos.
Y pues bueno, eso, esa tragedia que vivió el estado en la década de los 90 y que se mitigaron un tanto con las siguientes décadas más lluviosas, podría volver a repetirse si la 4T continúa con la necedad de llevarse el agua de la presa La Boquilla, a pesar de que como ya lo informó el Gobierno del Estado, es inútil que se la lleven, pues de acuerdo a la evaporación y a la distancia entre San Francisco de Conchos y Ojinaga, en el recorrido del río Conchos, la Conagua desperdiciaría más del 50 por ciento. Pero en la Conagua no entienden o no quieren entender, o chance no le quieran decir al Presidente que el agua que se llevaron desde principios de año, no la entregaron al pago del Tratado, sino a presas de Nuevo León y Tamaulipas, para satisfacer a los grandes empresarios de esos estados. Tal vez en Conagua ocurra como en Pemex, los huachicoleros están ahí adentro.
Por lo pronto, y los malosos aseguran que ya se había tardado, el gobernador Javier Corral por fin confrontó las politiquerías del tabasqueño, le contestó con datos duros la situación del agua en las presas, lo que sucedería si se llevan el agua de La Boquilla y de paso, le recordó el “odio enfermizo” que AMLO le tiene al PAN… y tal parece que a Chihuahua, en donde los agricultores no quieren sus tres mil pesos mensuales en tarjetas del Bienestar, ellos quieren agua para trabajar.
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Ya que andamos con el clientelismo electoral del Presidente y de Morena, “apoyos” disfrazados de programas sociales, nos enteramos, es más, ya hasta documentado está, que diputados federales encontraron un tremendo boquete de casi 400 millones de pesos en los mentados programas del Bienestar, tan sólo en los que deben de entregarse en el estado de Chihuahua. Resulta que el legislador naranja, Alan Falomir, recibió una serie de denuncias por parte de beneficiarios de los programas de apoyo a personas con discapacidad y adultos mayores, quienes revelaron que no les entregaban su dinero aunque estuvieran inscritos, sin embargo, al revisar en el padrón, sale que ya están pagados y hasta con creces, lo que viene a ser una raya más al tigre del súper delegado Juan Carlos Loera, que entre tanta raya de acusaciones de corrupción, su tigre ya parece pantera y hasta se sigue oscureciendo Pero lo más seguro es que nada sucederá, pues cuando se trata de exhibir a sus enemigos, Andrés Manuel López Obrador es un Sherlock Holmes, pero cuando se trata de investigar las corruptelas de los suyos, el tabasqueño nada de muertito sobre el Usumancita.
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Hablando de la 4T y sus programas sociales, ayer anduvo en la ciudad de Parral el Coordinador General de Programas Integrales de Desarrollo, Gabriel García Hernández, es decir, el mero mero de los Servidores de la Nación, los encargados, precisamente, de entregar los apoyos a los beneficiarios del gobierno federal. El funcionario, que será pieza clave en el 2021, año electoral, estuvo en la Capital del Mundo con el subdelegado en la región sur del estado, Fernando Duarte, el amigazo del súperdelegado Juan Carlos Loera, además, de ahí de Parral anduvieron de gira por El Vergel y después en Guadalupe y Calvo, haciendo campaña, porque si a ellos y a la 4T les interesara erradicar la pobreza y no utilizarla como carnada electoral, esas no serían las formas.
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Otro moreno encampañado es el consejero independiente de Pemex que busca la candidatura de Morena a la gubernatura, Rafa Espino, quien anduvo ayer en el municipio de Aldama, en donde se reunión con la muy, pero muy escasa militancia morenista. Además, y la mera verdad, como dicen los malosos, ahorita a los morenos más les valdría no pararse en ninguno de los 12 municipios que están en crisis por el conflicto del agua, entre ellos Aldama, donde anduvo Espino, pues el coraje que le traen a la 4T por culpa de las decisiones de López Obrador, no se veía desde el odio que algún día le tuvieron al vulgar ladrón.
Source: Columna