Semáforo sanitario-Salvado-Aplaudidores

No es ni la responsabilidad de los ciudadanos, ni el respeto al prójimo y usar el cubrebocas cuando se sale de casa, sino la estrategia que planteó la Secretaría de Salud del gobierno estatal para reducir la movilidad que diariamente se desborda en las principales ciudades del estado y hasta en localidades más pequeñas, lo que podría salvar a Chihuahua de regresar al color en el semáforo epidemiológico, ese que hoy será presentado y que deberá ser acatado si es que se quiere salir vivo de esta pandemia que no cesa. Y es que la intención de implementar una semaforización mixta que permita reducir horarios y aforos a negocios, en especial en restaurantes e incluso en actividades al aire libre, es lo que le daría el oxígeno al estado para continuar en el color naranja del semáforo y no regresar al rojo, pues si nos vamos con los números fríos de la estadística hospitalaria y el incremento en los contagios por COVID-19, el gobierno federal y el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, de un plumazo colocarían a Chihuahua en el color rojo carmesí, sin embargo, por ahí va la tirada de recrudecer las sanciones a los fiesteros y a todo aquel ciudadano al que poco le importa el prójimo y su comunidad, ya que regresar al semáforo rojo, de plano le daría el tiro de gracia a la tambaleante economía.

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Con todo y las múltiples denuncias por nepotismo, peculado y desvío de recursos que pesan su contra en la Secretaría de la Función Pública del gobierno federal, el súper delegado Juan Carlos Loera puede estar tranquilo, que seguramente lo está, al menos hasta que pasen las elecciones del 2021, pues con todo y que las denuncias mencionadas fueron interpuestas por sus mismos compañeros de Morena, los malosos nos comentan que por cuestiones electorales, es decir, por la politiquería que tanto critica Andrés Manuel López Obrador, la orden va en ese sentido, y es que por más que estén embarrados en lodo de la presunta corrupción y de utilizar los programas sociales a su antojo, no se tocará ni con el pétalo de una rosa a los funcionarios federales que anden hasta las manitas de señalamientos, ya que quedarían exhibidos que ellos, los de la 4T, son más sucios, políticamente hablando, claro está, que sus antecesores priistas o panistas, a quienes vaya que les aprendieron mañas similares.

Es así que aunque en el escritorio de Irma Eréndira Sandoval, titular de la SFP, no solamente se encuentran las denuncias contra Loera, sino contra sus homólogos de Guerrero, Durango y otros tantos estados, el jefe supremo de la 4T ya descalificó desde su púlpito mañanera esas acusaciones, aseverando, como suele hacerlo a diario, que se trata de “politiquería por cuestiones electorales”, otra de sus frases que deberían quedar patentadas.

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Continuando con la 4T y su ceguera selectiva, los que no se midieron con tal de justificar lo que hace el gobierno de Andrés Manuel López Obrador con el agua de las presas de Chihuahua, son el politólogo español Abraham Mendieta y el periodista Alfredo Jalife-Rahme, conocidos aplaudidores de la mentada Cuarta Transformación, y es que en redes sociales, Jalife compartió un tuit de Mendieta, en donde acusaban al diputado federal del PAN, Mario Mata, de hacer negocio y vender el agua de las presas de Chihuahua, lo que por supuesto enfureció al legislador panista, a quien ya le abrieron una carpeta de investigación en la Fiscalía General de la República por abanderar la defensa del agua, así, con todo y fuero. El hecho es que así, jugando al teléfono descompuesto, Jalife y Mendieta “escucharon” que alguien vendió y hace negocio con el agua de las presas de Chihuahua, pero lo que no entendieron, es que el señalado es Poncho Romo, el magnate de ultraderecha que López Obrador puso como Jefe de la Oficina de Presidencia.

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Source: Columna