En entrevista, nos habla del regreso de la NASCAR a México, su relación con su suegro, el ex piloto de la F1 Nelson Piquet y su cercanía con Max Verstappen, quien es su concuño.
Pocas personas pueden decir que comparten la mesa familiar con el actual campeón mundial de Fórmula 1, Max Verstappen. Daniel Suárez, el primer mexicano en ganar en la categoría Cup de NASCAR, sí. Y es que ambos están unidos por lazos familiares: Suárez está casado con Julia Piquet, hija del tricampeón de la F1 Nelson Piquet, mientras que Verstappen tiene una relación con Kelly Piquet, hermana de Julia.
Su conexión ha hecho que crezca una amistad fuerte, además de una admiración mutua. “Él es otro gran piloto, un piloto fuera de serie, probablemente uno de los mejores que he conocido y una muy buena persona. Una persona que le gusta pasarla bien, que es muy humilde, muy amigable, muy respetuoso”, dice Suárez sobre el piloto neerlandés.
“Sinceramente, es un gran ejemplo, y mucho de eso tiene que ver con la educación. Max es un piloto muy joven y te das cuenta al conocerlo el buen trabajo que hicieron sus papás en educarlo, para que él pueda ser tan maduro y tan inteligente a tan corta edad”, agrega el piloto regiomontano.

Casado con Julia Piquet, Suárez comparte su vida familiar con un círculo ligado al automovilismo. “Julia, mi esposa, ella viene de una familia 100% de carreras, la mía es cero. Yo creo que su familia no podría ser lo más opuesto a la mía. Ha sido muy padre poder entender y crecer con ella en los últimos años”, relata.
Sobre su suegro, no escatima en elogios: “Es un gran ejemplo, no solamente como piloto, pero también como persona, lo trabajador que es, es un gran ejemplo para mí, es alguien que quiere tener éxito, no importa a dónde vaya”.

Más allá de su vínculo con Verstappen y con el legendario ex piloto de F1 Nelson Piquet —su suegro—, Daniel Suárez ha construido una carrera sólida en el automovilismo, abriéndose paso en un deporte tradicionalmente dominado por pilotos estadounidenses.
Tras años de esfuerzo, Suárez se encuentra ahora en un momento especial: correr de nuevo en su México, como parte del regreso de NASCAR al país, que sucederá en junio próximo.

“Nadie sabe todo lo que he tenido que pasar para estar en esta posición y estar viviendo el sueño de NASCAR como piloto mexicano aquí en Estados Unidos y ahora tener la oportunidad de correr en mi país, con la gente que me conoce, que me ha visto crecer y madurar como piloto y como persona, es algo muy especial”, cuenta emocionado.
El camino no fue fácil. No viene de una familia de pilotos ni tenía los recursos que suele requerir el automovilismo. Sin embargo, la familia Slim le dio la oportunidad de cumplir su sueño.

“Cuando yo tenía 17 años, mi familia ya no tenía nada de dinero, ya estaban muy quebrados y Jimmy Morales y Carlos Slim Domit prácticamente salvaron mi carrera. Yo ya estaba retirado. Mi papá ya había vendido su negocio, ya habían hipotecado la casa de mi mamá… ya se había acabado todo. Y ellos me dieron una oportunidad. Y bueno, aquí estoy el día de hoy”, recuerda.
Aquella oportunidad fue un antes y un después, y desde entonces mantiene una estrecha relación personal con la familia Slim, a quienes considera mentores de vida más allá del deporte.
“Hay una gran amistad personal y profesional con Jimmy Morales y con Carlos Slim”, reconoce con agradecimiento.
“Más que consejos de cómo manejar son más consejos de vida, de decisiones. Porque al final del día, en el mundo de las carreras se tienen que tomar muchas decisiones, así como en el mundo de los negocios. Y Carlos y Jimmy tienen mucha experiencia de vida y he podido aprender muchísimo de ellos”, agrega.
Aprender inglés, adaptarse a una nueva cultura, entender las complejidades del automovilismo estadounidense: todo formó parte de un proceso que lo transformó. “No hay carreras que pierdas, solamente son aprendizajes para poder seguir mejorando y tratar de al final del día obtener tu sueño”, asegura.
Aunque ya ha roto varias barreras, Daniel tiene claras sus metas: ganar más carreras, pelear campeonatos en la máxima categoría y seguir construyendo un legado que abra caminos para otros. “Siento que voy en camino, pero no creo que esté cerca”, confiesa con humildad.
Y antes de despedirse, deja claro su corazón fuera de la pista. Cuando se le pregunta: ¿Tigres o Rayados?, no duda: “¡Tigres!”
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