Trilogía documental constata la huella de Lorca a su paso por América

Juan José Ponce dirige una trilogía documental sobre el paso de Federico García Lorca por las ciudades americanas en las que vivió que ha comenzado con las cintas “Lunas de Nueva York” y “Luna grande. Un tango por García Lorca“, previas a la tercera que dedicará a México, el destino al que nunca llegó.

Ponce, que afirma no ser un experto en Lorca -“ni quiero serlo”, comentó en la presentación de sus obras en una sala madrileña-, presume de que su mirada sobre el poeta “la entiende el hombre contemporáneo; quiero que mi madre, mi tía, comprendan a Lorca, no que los expertos digan que es magnífico”.

Ideada por Antonio Ramos Espejo, periodista y escritor granadino, este sí, experto en Lorca, Ponce ha montado su creación sobre el hilo conductor de las cartas que el poeta envió a sus familiares en ambos viajes.

El primero, a Nueva York, en 1929, -“los nueve meses que cambiaron su vida”, apunta el director-, y el segundo, en 1933, a Buenos Aires y Uruguay, donde “le recibieron como a un torero y se hizo rico”.

Le pone voz a esas cartas el actor Antonio de la Torre, después de que estudiosos y productores buscasen incansable (e infructuosamente) algún testimonio de su voz grabada.

Cuando llegó a Nueva York, él se sintió abrumado. Era un muchacho de pueblo, antes solo había estado en Madrid, viviendo en la Residencia de Estudiantes, y los edificios le llaman muchísimo la atención“, comenta Ponce, que se desplazó a los lugares originales donde Lorca estuvo.

Allí, Lorca descubre “la vorágine humana de Manhattan, vive el caos y el derrumbe de la Bolsa de Nueva York, descubre la Universidad de Columbia y se sumerge en las largas veladas de los clubes de jazz de Harlem, que chocan mucho con la España de la que él salía”.

Producidos por Producciones Cibeles y Canal Sur Radio, los documentales están salpicados por los comentarios de expertos y estudiosos de su obra, como Ian Gibson, Christopher Maurer, Laura García Lorca y Antonio Muñoz Molina, entre otros.

Pero también hay testimonios de admiradores de la obra lorquiana como Lluís Pasqual, Verónica Forqué, Paula Ortiz, Santiago Roncagliolo y Andrés Newman, cuya abuela, Dora, aporta una curiosa anécdota: con nueve años, su padre la llevó al teatro en Buenos Aires a ver “Bodas de sangre” y se enamoró de Lorca. Guarda su foto con la de otros familiares.

La música de Silvia Pérez Cruz abre, con una versión del Vals Vienés de Lorca, el documental “Luna grande. Un tango por García Lorca“, un “granito de arena” que Ponce ha dejado como poso de su trabajo.

Su otra aportación, cuenta orgulloso el director, es un inmenso mural que firma el grafitero granadino El niño de las pinturas en el barrio chino de Nueva York, que fue ilustrando a lo largo del rodaje la historia del poeta y se ha quedado allí, para disfrute de los turistas.

Fuente: Vanguardia


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