Con el equipo de vanguardia y personal altamente calificado, la Unidad de Hemodiálisis de Pensiones Civiles del Estado brinda atención a los pacientes con la enfermedad renal crónica en estado terminal, tanto residentes de la ciudad capital como los foráneos, quienes llegan especialmente para realizar su tratamiento.
En los últimos tres años la Unidad ubicada en la Delegación Chihuahua ha triplicado su capacidad de atención: empezó con cuatro máquinas y actualmente tiene doce; recibe pacientes de 7 de la mañana a 7 de la noche, en cuatro turnos ya que un tratamiento de diálisis dura entre tres y cuatro horas.
Actualmente, tiene 64 pacientes, la mayoría de los cuales son diabéticos o hipertensos, explica la enfermera Luisa Viviana García Cano.
La pérdida paulatina y definitiva de la función de los riñones lleva a la insuficiencia renal crónica, enfermedad que cada vez se presenta con mayor frecuencia, advierte el Director Médico de Pensiones Civiles del Estado, Dr. Fernando Sosa Holguín, quien detalla que las principales causas de esta enfermedad son la diabetes e hipertensión, seguidas de obesidad y otras enfermedades nativas renales, como nefritis y riñón poliquístico.
Para atender este problema de salud pública, Pensiones Civiles del Estado brinda a sus derechohabientes el servicio de alta especialidad como es la clínica de Diálisis y Hemodiálisis, a través de sus tres Unidades en la capital de Chihuahua, Ciudad Juárez y Delicias.
“La insuficiencia renal es progresiva, no se cura, sólo se controla, y el estado más cercano a una curación es el trasplante”, señala el Dr. Sosa Holguín, especialista en nefrología y fundador de la Unidad de Hemodiálisis de Pensiones Civiles del Estado.
El principal trabajo de los riñones es eliminar los desechos y el exceso de agua del cuerpo. El nefrólogo señala que la enfermedad renal crónica es la pérdida lenta de la función de los riñones. El padecimiento empeora gradualmente durante meses o años y es posible que no se note ningún síntoma durante algún tiempo. El deterioro puede ser tan lento que ni siquiera presente síntomas, hasta que los riñones casi hayan dejado de trabajar.
Por eso, recalca la necesidad de una valoración nefrológica periódica a cada enfermo diabético: “Tenemos la obligación de hacer esas valoraciones como parte del protocolo de atención a pacientes con diabetes, igual como revisamos sus niveles de azúcar”.
En la etapa final de la enfermedad renal crónica los riñones ya no tienen la capacidad de eliminar suficientes desechos y el exceso de líquido del cuerpo, y es cuando el paciente necesita diálisis o un trasplante.
Los dos tipos principales de diálisis, la hemodiálisis y la diálisis peritoneal, eliminan desechos y el exceso de agua de la sangre. En la diálisis peritoneal se usa el peritoneo como una membrana semipermanente natural, las toxinas salen de la sangre y un líquido especial entra en la cavidad abdominal. Los pacientes lo pueden hacer en sus casas, pero el entrenamiento se da en la unidad especializada.
La hemodiálisis elimina desechos y agua haciendo que la sangre circule fuera del cuerpo a través de un filtro externo, llamado dializador. La sangre fluye en un sentido y el líquido de diálisis en el opuesto.
La enfermera García Cano señala que es un procedimiento sofisticado que requiere que el paciente esté acudiendo a la unidad varias veces por semana, permanecer conectado a la máquina unas tres horas, y después mantener un régimen alimenticio muy estricto.