Cambiar los horarios de las comidas podría afectar a la expresión de alrededor del 10 por ciento de los genes de la piel, con más riesgo de cáncer.
Si te gusta tomar el sol, puede que a partir de ahora trates de evitar los bocados a media noche. Un estudio demuestra que mantener ritmos anormales de alimentación altera el reloj biológico de la piel, incluyendo el efecto de una enzima que protege contra la radiación dañina del Sol.
Aunque se necesitan más investigaciones, el hallazgo apunta a que las personas que acostumbran a cenar tarde pueden ser más vulnerables a quemaduras solares, así como a sus efectos a largo plazo, como el envejecimiento prematuro de la piel y el cáncer de piel, según el Dr. Joseph S. Takahashi, neurocientífico del Centro Médico Southwestern de la Universidad de Texas. “Este hallazgo es sorprendente, pues no creíamos que la piel también prestara atención a cuándo comemos”.
El estudio demostró que los ratones a los que se les dio comida solo durante el día, lo que supone un ritmo de alimentación anormal para estos animales nocturnos, sufrieron más daño cutáneo cuando se les expuso a la luz ultravioleta B (UVB) durante el día que durante la noche. Al contrario que el ritmo de alimentación normal en humanos, que se corresponde con las horas de Sol.
Este resultado se produjo en parte porque una enzima -el xeroderma pigmentoso grupo A (XPA), que repara la piel dañada por los rayos UV- cambió su ciclo diario para ser menos activa durante el día.
En cambio, los ratones que se alimentaron solo durante la noche, como es habitual para ellos, no mostraron cambios en los ciclos XPA y fueron menos susceptibles a los rayos UV diurnos.
Fuente: HispanTV
Source: Mundo