Detenidos palestinos liberados y devueltos a Gaza han declarado a la BBC que fueron sometidos a malos tratos y torturas a manos del personal militar y penitenciario israelí, lo que se suma a otras denuncias de malas prácticas en cuarteles y cárceles de Israel.
Uno de los hombres declaró que lo atacaron con productos químicos y le prendieron fuego. «Me revolví como un animal para intentar apagar el fuego (de mi cuerpo)», afirmó Mohammad Abu Tawileh, mecánico de 36 años.
Hemos entrevistado en profundidad a cinco detenidos excarcelados, todos ellos arrestados en Gaza en los meses posteriores a que Hamás y otros grupos mataran a unas 1.200 personas en Israel y tomaran a 251 como rehenes.
Los hombres estaban recluidos en virtud de la «Ley de Combatientes Ilegales» de Israel, que permite detener sin cargos durante un periodo indeterminado a personas sospechosas de suponer un riesgo para la seguridad, al tiempo que Israel se proponía recuperar a los rehenes y desmantelar a Hamás, organización que Reino Unido, EE.UU. y otros países consideran terrorista.
Los hombres afirman que fueron acusados de tener vínculos con Hamás e interrogados sobre la localización de rehenes y túneles, pero no se encontró que estuvieran implicados en los atentados del 7 de octubre de 2023, una condición que Israel había establecido para cualquier persona liberada bajo el reciente acuerdo de alto el fuego.
Algunos de los liberados en virtud del acuerdo cumplían condena por otros delitos graves, como el asesinato de israelíes, pero no era el caso de nuestros entrevistados. También preguntamos a las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) y al Servicio de Prisiones de Israel (SPI) si existían condenas o acusaciones contra ellos, pero no respondieron.
Según el testimonio de los hombres:
- Describen cómo los desnudaron, les vendaron los ojos, los esposaron y los golpearon.
- Algunos también dicen que les dieron descargas eléctricas, que los amenazaron con perros y que les negaron el acceso a la atención médica.
- Algunos dicen que presenciaron la muerte de otros detenidos.
- Uno dice que presenció abusos sexuales.
- Otro dice que le sumergieron la cabeza en productos químicos y que le prendieron fuego en la espalda.
Hemos podido ver los informes de un abogado que visitó a dos de los hombres en prisión, y hemos hablado con personal médico que trató a algunos de ellos a su regreso.
La BBC envió a las FDI una extensa carta con derecho de réplica en la que se exponían detalladamente las acusaciones de estos hombres y sus identidades.
En su comunicado, las FDI no respondieron a ninguna de las acusaciones concretas, pero afirmaron que «rechazan completamente las acusaciones de abusos sistemáticos contra los detenidos».
Señalaron que algunos de los casos planteados por la BBC serían «examinados por las autoridades competentes». Añadieron que otros «se presentaron sin detalles suficientes, sin ningún detalle sobre la identidad de los detenidos, lo que hace imposible examinarlos».
«Las FDI se toman muy en serio cualquier… acción que contradiga sus valores… Las quejas específicas sobre el comportamiento inadecuado del personal de los centros de detención o las condiciones insuficientes se remiten para su examen a las autoridades competentes y se tratan en consecuencia. En los casos pertinentes, se adoptan medidas disciplinarias contra los miembros del personal del centro y se abren investigaciones penales», continuaba el comunicado.
El SPI dijo que no tenía conocimiento de ninguna de las denuncias de malos tratos descritas en nuestra investigación, en sus prisiones. «Por lo que sabemos, no se han producido hechos de este tipo bajo la responsabilidad del SPI», añadió.
Lawrence Hill-Cawthorne, codirector del Centro de Derecho Internacional de la Universidad de Bristol, afirmó que el trato descrito por los hombres era «totalmente contradictorio tanto con el derecho internacional como con la legislación israelí», y que en algunos casos «alcanzaría el umbral de la tortura».
«Según la legislación internacional, el derecho de los conflictos armados obliga a tratar a todos los detenidos con humanidad», explicó. «Las obligaciones relativas a las necesidades básicas de los detenidos no se ven afectadas por ninguna presunta irregularidad».

Los cinco palestinos entrevistados en profundidad fueron retornados a principios de este año en virtud del acuerdo de alto el fuego con Hamás, el grupo que lideró los atentados del 7 de octubre de 2023 contra Israel.
Forman parte de los 1.900 prisioneros y detenidos palestinos intercambiados por 33 rehenes israelíes, ocho muertos y 25 vivos, algunos de los cuales describieron haber sufrido malos tratos, hambre y amenazas por parte de sus captores de Hamás.
Las rehenes liberadas con anterioridad relataron haber sufrido agresiones físicas y sexuales durante su cautiverio.
Israel afirma que las pruebas forenses muestran que algunos de los rehenes muertos devueltos en el alto el fuego, entre los que había niños, fueron asesinados por Hamás, aunque el grupo lo niega.
Los cinco detenidos palestinos liberados describieron el mismo patrón: detenidos en Gaza, llevados a Israel para ser recluidos primero en cuarteles militares antes de ser trasladados a prisión, y finalmente liberados de vuelta a Gaza meses después.
Afirmaron haber sufrido abusos en todas las fases del proceso.
Más de una decena de detenidos liberados, con los que la BBC habló más brevemente a su llegada a Gaza, también relataron palizas, hambre y enfermedades.
Éstos, a su vez, coinciden con el testimonio dado por otros tanto a la organización israelí de derechos humanos B’Tselem como a Naciones Unidas, que en julio informó sobre las denuncias de detenidos retornados que fueron desnudados, privados de comida, sueño y agua, sometidos a descargas eléctricas y quemados con cigarrillos, y a los que les habían echado perros encima.
Un nuevo informe elaborado por expertos de la ONU el mes pasado, documentó casos de violación y agresión sexual, y afirmó que su uso como amenaza era un «procedimiento operativo estándar» para las Fuerzas de Defensa de Israel. Israel respondió que «rechaza categóricamente las acusaciones infundadas».
Como Israel no permite actualmente a los periodistas internacionales el libre acceso a Gaza, nuestras entrevistas se realizaron por teléfono y mensaje de texto, y también en persona por nuestros freelancers contratados en el territorio.
Los cinco hombres nos dijeron que los abusos habían comenzado en el momento de su arresto, cuando, según dijeron, los habían desnudado, les habían vendado los ojos y los habían golpeado.
El mecánico Mohammad Abu Tawileh nos dijo que había sido torturado durante días.
Los soldados lo llevaron a un edificio cercano al lugar de su arresto en marzo de 2024, aseguró, y lo mantuvieron en una habitación –fue el único detenido allí- durante tres días para que las tropas lo interrogaran.
Advertencia: Imagen gráfica a continuación
Los soldados mezclaron en una olla productos químicos utilizados para la limpieza, según nos relató, y le sumergieron la cabeza en ellos. A continuación, los interrogadores le propinaron un puñetazo y cayó al suelo lleno de escombros, hiriéndose en un ojo. Después le taparon el ojo con un trapo, lo que «empeoró la herida».
También le prendieron fuego.
«Utilizaron un ambientador con un mechero para prenderme fuego en la espalda. Me revolqué como un animal para intentar apagar el fuego. Se extendió desde el cuello hasta las piernas. Después me golpearon repetidamente con las culatas de sus rifles y llevaban palos con los que me golpeaban y pinchaban en los costados», contó.
Después «siguieron echándome ácido. Me rociaron con él durante alrededor de un día y medio», relató.
«Me lo echaron en la cabeza y me goteaba por el cuerpo mientras estaba sentado en la silla».
Finalmente, dijo, los soldados vertieron agua sobre su cuerpo y lo condujeron a Israel, donde recibió tratamiento médico en el hospital, que incluyó injertos de piel.

La mayor parte de su tratamiento tuvo lugar, según él, en un hospital de campaña del cuartel de Sde Teiman, una base de las FDI cerca de Beersheba, en el sur de Israel.
Contó que lo esposaron desnudo a una cama y le dieron un pañal en lugar de acceso a un baño. Los médicos israelíes de ese hospital ya habían declarado anteriormente a la BBC que encadenar a los pacientes y obligarlos a llevar pañales es algo habitual.
Cuando la BBC entrevistó a Abu Tawileh poco después de su liberación, tenía la espalda cubierta de verdugones rojos. El dolor de las quemaduras aún le despertaba, dijo, y su visión se había visto afectada.
La BBC no pudo hablar con nadie que hubiera presenciado un ataque contra Abu Tawileh, pero un oftalmólogo que lo trató a su regreso a Gaza confirmó que había sufrido una quemadura química en el ojo que había dañado la piel que lo rodeaba. También dijo que la visión de Abu Tawileh se estaba debilitando, debido a los productos químicos o a otros traumatismos.
Mostramos imágenes de sus lesiones y dimos detalles de su testimonio a varios médicos británicos, que dijeron que parecían coherentes con su relato, aunque señalaron que había limitaciones en lo que podían evaluar mirando las fotos.
La BBC facilitó numerosos detalles de este relato a las FDI, dándoles cinco días para investigar. No respondieron directamente a las acusaciones de Abu Tawileh, pero afirmaron que se tomaban muy en serio cualquier acción «que contradiga sus valores».
Dijeron que «examinarían» algunos de los casos, pero no respondieron a las preguntas de seguimiento sobre si entre ellos se incluía el de Abu Tawileh.

Otras personas a las que entrevistamos también describieron malos tratos en el momento de la detención.
«Nos esposaron y nos golpearon. Nadie me dio ni una gota de agua», dijo Abdul Karim Mushtaha, trabajador de un matadero avícola de 33 años, que nos contó que fue detenido en noviembre de 2023 en un puesto de control israelí cuando seguía órdenes de evacuación con su familia.
Un informe presentado por un abogado que visitó posteriormente a Mushtaha señalaba que había sido «sometido a fuertes palizas, humillación, degradación y obligado a desnudarse durante su detención hasta que fue trasladado a prisión».
Dos de ellos afirmaron que después los habían dejado a la intemperie durante horas, y otros dos dijeron que los soldados israelíes les habían robado sus pertenencias y dinero.
La BBC facilitó detalles de las acusaciones de robo a las FDI, que las calificaron de «contrarias a la ley y a los valores de las FDI». Afirmaron que examinarían «a fondo» los casos si se les proporcionaban más detalles.
Todos nuestros entrevistados, incluido Mushtaha, afirmaron haber sido trasladados al cuartel israelí de Sde Teiman, donde Abu Tawileh también dijo haber recibido tratamiento en su hospital de campaña.
Uno de los entrevistados nos dijo que lo habían maltratado de camino allí. Pidió que no se publicara su nombre por temor a represalias, así que le llamamos «Omar».
Según dijo, los soldados israelíes se pusieron de pie y le escupieron a él y a otras personas que estaban con él, llamándoles «hijos de cerdos» e «hijos de Sinwar», en referencia al líder de Hamás y artífice de los atentados del 7 de octubre, asesinado por Israel hace cinco meses.
«Nos hicieron escuchar una grabación de voz que decía: ‘Lo que hicisteis a nuestros hijos, se lo haremos a los vuestros’», relató este hombre de 33 años, que trabajaba para una empresa de cables eléctricos.
Sde Teiman ha sido objeto de graves denuncias previas tras los atentados de octubre de 2023. Varios soldados destinados allí fueron imputados en febrero tras ser filmados agrediendo a un detenido, lo que provocó su hospitalización por un desgarro en el recto y una perforación pulmonar.
En otro caso, un soldado de la base fue condenado tras admitir haber cometido abusos con agravantes contra detenidos palestinos de Gaza.

Tres de los hombres con los que hablamos afirmaron que se utilizaban perros para intimidar a los detenidos en Sde Teiman y otros centros.
«Nos pegaban cuando nos llevaban de los barracones a la clínica médica o a la sala de interrogatorios: nos azuzaban los perros (con bozal), nos apretaban las esposas», dijo Abu Tawileh, que estuvo recluido en régimen de detención general en los barracones, además de recibir tratamiento allí.
La BBC pidió a las FDI que respondieran a las acusaciones de que utilizaban con frecuencia perros para intimidar y atacar a los detenidos. Señalaron que «el uso de perros para hacer daño a los detenidos está prohibido».
También afirmaron que había «terroristas experimentados que se consideran muy peligrosos entre los detenidos recluidos en centros de detención de las FDI» y que «en casos excepcionales se prolonga el encadenamiento durante su detención».
Varios detenidos afirmaron que se les había obligado a adoptar posturas de tensión, como tener los brazos levantados por encima de la cabeza durante horas.
«Estábamos sentados de rodillas desde las 5 de la mañana hasta las 10 de la noche, cuando llegaba la hora de dormir», dijo Abu Tawileh.
Hamad al-Dahdouh, otro de los entrevistados, dijo que las palizas en los barracones «iban dirigidas a nuestras cabezas y a zonas sensibles como los ojos (y) los oídos».
Este hombre de 44 años, que trabajaba como agricultor antes de la guerra, declaró que había sufrido lesiones temporales en la espalda y los oídos, y que le habían fracturado la caja torácica.
Las FDI no respondieron a esta acusación.

Dahdouh y otros detenidos liberados dijeron que también se utilizaban descargas eléctricas durante los interrogatorios o como castigo.
«Las unidades de opresión traían perros, palos y pistolas paralizantes, nos electrocutaban y nos golpeaban», afirmó.
Los sometían a palizas e intimidación cada vez que los trasladaban, añadió Abu Tawileh.
«Nos golpeaban cuando nos llevaban del cuartel a la clínica o a la sala de interrogatorios: nos echaban perros (con bozal), nos apretaban las esposas», dijo.
Durante estos interrogatorios los acusaron de tener vínculos con Hamás, añadieron los hombres.
«A todo el que encarcelaban le decían: ‘Eres un terrorista’», relató Mushtaha. «Siempre intentaban decirnos que habíamos participado en el 7 de octubre. Todos nos guardaban rencor.
«Yo les decía: ‘Si yo fuera de Hamás o de cualquier otro, ¿me movería por el paso seguro? ¿Habría escuchado sus llamamientos para que nos fuéramos?’».
Afirmó que los interrogatorios se prolongaban durante toda la noche.
«Durante tres noches no pude dormir porque me estuvieron torturando. Nos ataban las manos y nos las ponían por encima de la cabeza durante horas, y no llevábamos nada puesto. Cada vez que decías ‘tengo frío’… llenaban un cubo con agua fría, te la echaban encima y encendían el ventilador».
Dahdouh dijo que sus interrogadores les decían que cualquiera que fuera de Gaza «estaba afiliado a grupos terroristas», y cuando los detenidos preguntaban si podían impugnar esto ante un tribunal les decían que no había tiempo para ello.
Dijo que no se le dio acceso a un abogado. Las FDI señalaron a la BBC que «la ley israelí concede el derecho a la revisión judicial en un tribunal civil de distrito, la representación legal por un abogado y el derecho de apelación ante el Tribunal Supremo».
«Omar» dijo que lo llevaron para ser interrogado durante tres días cuando llegó por primera vez a Sde Teiman.
Según contó, a los detenidos los vistieron con monos delgados y los recluyeron en una sala helada, con altavoces que reproducían música israelí.
Cuando terminó el interrogatorio, los hombres dijeron que los llevaron de vuelta al cuartel con los ojos vendados.
«No sabíamos si había llegado la noche o la mañana. No veías el sol. No se veía nada», dijo Omar.
Las FDI afirmaron disponer de «mecanismos de supervisión», como cámaras de circuito cerrado, «para garantizar que los centros de detención se gestionan de acuerdo con las órdenes de las FDI y la ley».
Omar y Mushtaha afirmaron que luego los trasladaron a la prisión de Ketziot, donde describieron una «ceremonia de bienvenida» con palizas y otros malos tratos.

Omar dijo haber presenciado agresiones sexuales en Ketziot.
«Les quitaban la ropa a algunos de los chicos y realizaban actos vergonzosos… Obligaban a los chicos a realizar actos sexuales entre ellos. Lo vi con mis propios ojos. No era sexo con penetración. Le decía a un tipo que se la chupara a otro. Era obligatorio».
La BBC no recibió ningún otro relato de esta naturaleza, pero la Sociedad de Prisioneros Palestinos, que hace un seguimiento de las condiciones de los palestinos en las cárceles israelíes, describió los abusos sexuales de los detenidos recluidos en Ketziot como un «hecho habitual». Estos abusos iban desde la violación y el acoso sexual hasta los golpes en los genitales.
El grupo afirmó que, aunque no había recibido testimonios de actos sexuales forzados entre detenidos, le habían informado de que a algunos les habían obligado a mirarse desnudos y los habían tirado unos encima de otros desnudos.
Un informe de B’Tselem también ha recogido denuncias de violencia sexual, entre ellas la de un preso que afirmó que los guardias intentaron violarlo con una zanahoria.
La BBC comunicó al Servicio de Prisiones de Israel (SPI) la acusación de que se había obligado a los presos a realizar actos sexuales entre sí. Éste respondió que «no tenía conocimiento» de la denuncia de abusos sexuales ni de ninguna de las otras denuncias sobre el trato y las condiciones en Ketziot y otras prisiones que había recogido la BBC.
Según dijo, «el SPI es una organización encargada de hacer cumplir la ley que opera de acuerdo con las disposiciones de la ley y bajo la supervisión del contralor del Estado y muchas otras críticas oficiales.
«Todos los presos son detenidos de acuerdo con la ley. Todos los derechos básicos exigibles son plenamente aplicados por funcionarios de prisiones con formación profesional. No tenemos conocimiento de las afirmaciones que ha descrito y, por lo que sabemos, no se han producido hechos de este tipo bajo la responsabilidad del SPI.
«No obstante, los presos y detenidos tienen derecho a presentar una queja que será plenamente examinada y atendida por las autoridades oficiales».
Omar aseguró que también los golpearon con porras en la prisión de Ketziot.
«Después de que nos torturaran, estuve toda la noche sufriendo dolores, desde la espalda hasta las piernas. Los tipos me llevaban del colchón al retrete. Mi cuerpo, mi espalda, mis piernas… todo mi cuerpo estaba azul por los golpes. Durante casi dos meses no pude moverme».
Mushtaha describió cómo le golpeaban la cabeza contra una puerta y los genitales.
«Nos desnudaban. Nos daban descargas eléctricas. Nos golpeaban en zonas sensibles. Nos decían: ‘Os vamos a castrar’», relató.
Dijo que las palizas tenían como objetivo «romperte los huesos», y que a veces se agrupaba a los detenidos y se les echaba agua caliente por encima.
«La cantidad de torturas era enorme», añadió.
Tanto él como Omar también describieron incidentes que, según ellos, constituyeron negligencia médica.
«Tenía las manos llenas de ampollas e hinchadas», afirmó Mushtaha.
«Si la gente hubiera podido ver mis piernas, habrían dicho que necesitaban amputarlas por la inflamación… (Los guardias) simplemente me decían que me lavara las manos y las piernas con agua y jabón.
«¿Pero cómo iba a hacer esto, si solo había agua durante una hora al día (entre nosotros) y en cuanto al jabón, cada semana nos traían (solo) una cucharada de champú?», añadió.
Mushtaha afirmó que los guardias le dijeron: «Mientras tengas pulso, estarás bien. Mientras estés de pie, estarás bien. Cuando te quedes sin pulso, iremos a atenderte».

Un abogado que visitó a Mushtaha y a Omar en Ketziot el pasado septiembre dijo lo siguiente sobre Mushtaha: «El preso, al igual que el resto de los presos, sufre dolores debido a forúnculos en las manos, los pies y las nalgas, y no hay higiene ni se le proporciona ningún tipo de tratamiento».
Mushtaha también proporcionó a la BBC un informe elaborado por un médico en Gaza, que confirmaba que todavía estaba infectado con sarna el día de su liberación.
Según Omar, los detenidos fueron golpeados por solicitar atención médica.
El abogado señaló que Omar necesitaba atención por «granos que se extendían por la piel, en las ingles y los glúteos, debido a las duras condiciones de la prisión», entre ellas la falta de artículos de aseo y el agua contaminada. «El preso dice que incluso cuando le toca ducharse, intenta evitarlo porque el agua le causa picazón e inflamación».
Todos los detenidos agregaron que les habían dado acceso limitado a alimentos y agua mientras estuvieron detenidos en varias instalaciones; varios informaron haber perdido cantidades significativas de peso.
Omar aseguró haber perdido 30 kilos. El abogado indicó que Omar le contó que la comida era «casi inexistente» durante los primeros meses, aunque después la situación «mejoró un poco».
Mshtaha relató que primero dejaban comida afuera de sus celdas para que los gatos y los pájaros la comieran.
Otro de nuestros entrevistados, Ahmed Abu Seif, afirmó que lo llevaron a una prisión diferente -Megiddo, cerca de Cisjordania- después de ser arrestado el día de su 17 cumpleaños.

Denunció que las autoridades israelíes asaltaban periódicamente las celdas y las rociaban con gases lacrimógenos.
«Nos asfixiábamos, y no podáimos respirar bien durante cuatro días después de cada ataque con gases lacrimógenos», según Ahmed, quien afirmó haber estado recluido en el ala juvenil de la prisión.
«No tuvieron ninguna consideración hacia nosotros por ser niños, nos trataron como a los militantes del 7 de Octubre».
Durante los interrogatorios, nos contó, le arrancaron las uñas. Cuando la BBC lo filmó al día siguiente de su liberación, nos mostró cómo varias de sus uñas de los pies aún estaban afectadas, así como cicatrices en las manos que, según él, fueron causadas por las esposas y los arañazos de un perro.
El SPI no respondió a esta acusación.
Dos de los hombres dijeron que habían presenciado la muerte de otros detenidos en Sde Teiman y Ketziot: uno por palizas, en las que se usó a perros, y otro por negligencia médica.
Los nombres y las fechas de los incidentes que dieron coinciden con las informaciones de los medios de comunicación y los relatos de grupos de derechos humanos.
Al menos 63 prisioneros palestinos, 40 de ellos de Gaza, han muerto bajo custodia israelí desde el 7 de octubre de 2023, informó la Sociedad de Prisioneros Palestinos a la BBC.
El SPI no respondió a preguntas sobre las muertes de palestinos bajo custodia, mientras que las FDI dijeron que estaban «al tanto de casos de muertes de detenidos, incluidos aquellos que fueron detenidos con enfermedades preexistentes o lesiones resultantes del combate».
«De acuerdo con los procedimientos, la División de Investigación Criminal de la Policía Militar abre una investigación sobre cada muerte de un detenido», agregó.
El abuso continuó hasta el momento en que fueron liberados en febrero, dijeron algunos de los hombres.
«El día de la liberación, nos trataron brutalmente. Nos apretaron las esposas y, cuando querían que nos moviéramos, nos ponían las manos por encima de la cabeza y tiraban de nosotros», dijo Mushtaha.
«Nos decían: ‘Si interactúas con Hamás o trabajas con ellos, serás objetivo’, decían ‘te lanzaremos un misil directo’».
Ahmed, de 17 años, también aseguró que las condiciones empeoraron tras la firma del alto el fuego en enero. «Los soldados intensificaron la agresión contra nosotros sabiendo que pronto nos liberarían».
Sólo cuando los detenidos fueron trasladados al autobús de la Cruz Roja para regresar a Gaza se sintieron «seguros», dijo Omar.
Las imágenes mostraron a algunos regresando con sudaderas con la estrella de David y las palabras: «No olvidamos y no perdonamos» escritas en árabe.
Un funcionario del Hospital Europeo de Gaza, que evaluó las condiciones de los detenidos que regresaron, dijo que las afecciones de la piel, entre ellas la sarna, eran comunes, y que los médicos habían observado muchos casos de «emaciación y desnutrición extremas» y «los efectos físicos de la tortura».
El experto legal Lawrence Hill-Cawthorne nos explicó que «sin duda, el uso de sustancias químicas para quemar al detenido y sumergirle la cabeza se consideraría tortura, al igual que el uso de descargas eléctricas, la extracción de uñas de los pies y las palizas brutales. Estos actos, o actos comparables, han sido reconocidos como tortura por organismos internacionales», al igual que el uso de posturas forzadas y de música a todo volumen.

El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), que realiza entrevistas con los detenidos que regresan, dijo que no podía comentar sobre las condiciones de los individuos debido a cuestiones de privacidad.
Agregó que estaba impaciente por que se le permitiera el acceso a aquellos que aún estaban detenidos, algo que no se ha permitido desde los ataques del 7 de octubre.
«El CICR sigue profundamente preocupado por el bienestar de los detenidos y subraya la urgente necesidad de reanudar las visitas a todos los lugares de detención. Seguimos solicitando acceso mediante un diálogo bilateral y confidencial con las partes», declaró a la BBC.
Cincuenta y nueve rehenes siguen retenidos en Gaza, de los cuales se cree que 24 están vivos. El CICR nunca ha tenido acceso a ellos durante los 18 meses que llevan cautivos, y sus seres queridos están muy preocupados por su bienestar.
Para muchos de los detenidos palestinos liberados, regresar a Gaza fue al mismo tiempo un momento de celebración y de desesperanza.
Según Abu Tawileh, su familia estaba conmocionada por su apariencia cuando fue liberado y agregó que todavía estaba afectado por su experiencia.
«No puedo hacer nada debido a mi lesión, me duele el ojo, me lagrimea y me pica, y también me pican todas las quemaduras del cuerpo. Esto me molesta mucho», lamentó.
El adolescente Ahmed aseguró que ahora quiere abandonar Gaza.
«Quiero emigrar por lo que vimos durante la detención y por la tortura mental de temer que las bombas caigan sobre nuestras cabezas. Deseábamos la muerte, pero no la encontramos», dijo.
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Source: Mundo