CTM cumple 80 años y hereda salarios bajos, explotación…

Hoy se cumplen 80 años de la fundación de la Confederación de Trabajadores de México (CTM), una figura que el Presidente Lázaro Cárdenas creó para unificar a los diferentes grupos obreros conformados durante y posterior a la Revolución Mexicana. Aquella Confederación nació con independencia del Estado y bajo el lema: “Por una sociedad sin clases”.

Sin embargo, en 1934, el mismo año de su creación, grupos como el de los electricistas y ferrocarrileros decidieron romper con la agrupación ante el incipiente protagonismo de sus líderes que fueron acercando a los trabajadores a la estructura, aún incipiente, del entonces Partido Nacional Revolucionario, hoy llamado Partido Revolucionario Institucional (PRI).

A sus 80 años, los objetivos de la CTM cambiaron y ya no pintan los ideales combativos, por el contrario. Muestra de ello es una frase de Joaquín Gamboa Pascoe ­–figura clásica de la organización y dirigente de ésta por 16 años–, quien de acuerdo con el escritor Francisco Cruz, en 1998 respondió al cuestionamiento de una reportera con sus propias preguntas: “¿Qué? ¿Porque los trabajadores están jodidos, yo también debo estarlo?”.

El dirigente del frente sindical más grande del país definió así, como “jodidos”, a los trabajadores mexicanos y su visión se evidencia en informes de organizaciones nacionales e internacionales y, sobre todo, en la realidad diaria de la clase trabajadora cada vez más abandonada en sus derechos. Expertos en el tema afirman que gran parte de los padecimientos actuales del mercado laboral en México, que se ubica en el punto más bajo entre las 34 naciones que integran la OCDE, son consecuencia de la ausencia de la libre asociación que la CTM impidió por décadas para proteger al sistema.

Los siguientes 10 puntos definen el escenario en el que se mueven los trabajadores mexicanos al cumplirse ocho décadas de la creación de la “central sindical obrera”.

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Información del Centro de Reflexión y Acción Laboral plantea que sólo un 16 por ciento de la población asalariada pertenece a alguna organización sindical; de ese segmento, el 15 por ciento pertenece a sindicatos “charros” y el 1 por ciento a organizaciones independientes.

 

La Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS) menciona como una señal de estabilidad que México es un país sin huelgas, a pesar de la evidencia de grupos de trabajadores que han sido despedidos o agredidos por querer iniciar una. O también, por aquellos grupos de trabajadores que esperan largos periodos de tiempo para que la STPS los reconozca o no, como sindicato.

La situación actual de los trabajadores de diferentes rubros en México se ejemplifican en hechos, como los siguientes, acontecidos en los últimos años: centros de esclavitud en Coahuila; “esclavitud moderna” en la planta de Mazda de Guanajuato; jornadas extenuantes y mal pagadas a trabajadoras del hogar; abusos a jornaleros en ranchos de San Luis Potosí; cinco décadas de atrasos en derechos laborales para los jornaleros agrícolas del Valle de San Quintín; despidos a trabajadores de Lexmark por pedir un aumento salarial de 6 pesos…

 

Actualmente, nueve millones de mexicanos están desempleados. En 2012 se aprobó la Reforma Laboral que, de acuerdo con especialistas consultados por SinEmbargo, no tiene en su naturaleza crear empleos, sino que sostiene como objetivo la precarización del trabajo.

¿Qué hay para los jóvenes? La tasa de empleo de ese sector de la población se ubica en 8.3 por ciento, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE); de los jóvenes que han logrado insertarse al ámbito laboral, el 61.1 por ciento tienen un trabajo informal. El 80 por ciento de los jóvenes no cuentan con un contrato laboral; de acuerdo con la OIT, es un sector discriminado y poco integrado.

 

Quienes logran obtener un empleo formal se enfrentan a una condición que llegó a modificar los derechos laborales: el outsourcing. Este método, que se aprobó sin ningún cambio en la Cámara de Diputados, aumentó la cantidad de personas ocupadas, pero con trabajo de poca calidad y con remuneraciones bajas.

 

Según la OCDE, los mexicanos son los trabajadores que más horas laboran: en un año acumulan un total 2 mil 228 horas.

 

Pero los salarios no van acorde con el esfuerzo y las horas laborales que aplican los mexicanos. En los últimos años, el valor del trabajo se ha ido perdiendo hasta llegar a un punto en el que ya no es posible que una familia viva de manera adecuada con el salario que obtiene, por lo que, según un estudio de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), con los aumentos salariales de no más de 3 pesos anuales, las autoridades someten a los ciudadanos a una vida precaria que tiende a la reproducción de la pobreza.

 

De 2015 a 2016, el salario mínimo de los trabajadores aumentó 2.94 pesos, para situarse en 73.04 pesos por jornada. Tanto la STPS y la Comisión Nacional de Salarios Mínimos (Conasami) hablan de aumentos históricos y acuerdos exitosos con las principales cámaras empresariales del país para dar justicia a las exigencias de los trabajadores. En esos anuncios es nula la presencia de representantes sindicales.

 

Derivado de la condición actual de los salarios, el sistema de pensiones se tambalea. Existen varios factores que ponen en riesgo el sistema de pensiones mexicano, uno de ellos es la baja contribución del 3.3 por ciento. México está por debajo del 6.5 por ciento promedio de contribuciones respecto a los países de la OCDE. Hasta 2013 por cada jubilado había 8 trabajadores y se prevé que para 2030 este número bajará a cinco trabajadores por cada persona que llegue a su etapa de retiro.

Sin Embargo