La historia contemporánea del país se leía en los periódicos, pero en la mayoría de ellos la ausencia femenina era evidente. En ese contexto surgieron las mujeres que optaron pasar más horas frente a una máquina de escribir que a la de coser para bordar párrafos e ideas, antes que vestidos o delantales.
No obstante, tuvieron que transcurrir alrededor de 180 años para que aquellas que ahora despliegan el ejercicio periodístico lo pudieran fraguar desde una perspectiva global y en todas y cada una de sus secciones, tópicos y modalidades.
Es difícil saber quién fue la primera mujer periodista en México, pues por largo tiempo se usaron seudónimos, y aunque había sobrenombres femeninos, no hay la certeza de que pertenecían a ese género, señaló Elvira Laura Hernández Carballido, de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS) de la UNAM.
Asimismo, refirió que María del Carmen Ruiz Castañeda, académica universitaria, considera que existen motes de varones que en realidad correspondían a mujeres, y que el Diario de México, aparecido en el siglo XIX, fue el primero en que firmaron algunas periodistas.
De igual manera, el también periodista Fortino Ibarra de Anda aseguró que Leona Vicario fue de las precursoras al intentar registrar y escribir los hechos durante el periodo independentista. Fue la poeta Ángela Lozano la primera en dirigir una publicación, aunque de corte literario, en 1873, junto al también poeta mexicano Manuel Acuña.
Para Hernández Carballido, el punto de partida del periodismo femenino ocurre con la creación del semanario Las Hijas del Anáhuac (1873-1874), surgido de la Escuela de Artes y Oficios para Mujeres, que tenía entre sus asignaturas “La Imprenta”.
“Entonces muchas empezaron su oficio como impresoras y como tarea se les ocurrió hacer un periódico; fundaron Las Hijas del Anáhuac, publicación en la que firmaban como Princesas aztecas. Sólo duró cuatro meses, creo que es el primero donde se perciben las características de prensa, con textos que podrían considerarse columnas y crónicas, sobre todo, un espacio para manifestarse”.
La académica explicó que en el siglo XIX la literatura fue el puente hacia el periodismo, pues deseaban manifestar su sentir y fue la poesía donde encontraron uno de sus canales de expresión. “Es un término que llamé Periodismo de la intimidad, pues hablan de sí mismas y será en esos periódicos donde se encargarán de reproducir su vida cotidiana”.
Una de las piezas referenciales, según Elvira Hernández, fue Laureana Wright, fundadora del semanario Las violetas del Anáhuac (1887-1889), quien consideró a su periódico como una tribuna que pertenecía y servía a ellas.
Durante el Porfiriato se impulsó la pluma femenina con la creación de la Escuela de Artes y Oficios para Mujeres.
Siglo XX
Siempre que se suscitan sacudidas sociales en el país, las mujeres aprovechamos: en la Independencia, Leona Vicario dio un paso gigantesco; en la Revolución aprovecharon Juana Gutiérrez de Mendoza, del periódico Vésper, y Elisa Rosete.
“Las mujeres empiezan a hablar de la democracia, de la corrupción, incluso a dirigirse de manera directa hacia el Presidente. La Revolución Mexicana abrió un panorama para ellas; después de esto viene una baja, porque se les impide participar en la Constitución y no se ven reflejadas en ésta, y arrancará una fase del periodismo de empresa con diarios como El Universal y Excélsior, donde muchas empiezan a colaborar.
“Entonces surgió la figura no de fundadora, ni de directora, sino de colaboradora; algunas de ellas son María Luisa Ross, Esperanza Velázquez Bringas y Adelina Zendejas”.
La también académica de la Universidad Autónoma de Hidalgo citó el caso de Elvira Vargas, quien ingresó como correctora de estilo a El Nacional, “y como pasa en las historias maravillosas, un día no tienen a quien designar como reportero y la responsabilizan a ella, y lo hace muy bien y ahí queda”.
Las mujeres podían trabajar la noticia, pero los varones se negaban con argumentos como que ‘se asustan, lloran, se les rompe la uña, traen tacones’, pero con todo y sus faldas de los años 30, conseguían la noticia, y empezaron a hacer escuela con otras de su género. Fue hasta 1968 que se logró el siguiente parteaguas, al obtener la solidaridad de varios hombres, relató la universitaria.
De manera cronológica, mencionó a quienes ya en la segunda mitad del siglo XX fraguaron la presencia de ellas en la primera plana de la historia de México. Recordó a Magdalena Mondragón, del diario La Prensa, como precursora de la nota roja; a un grupo de universitarias ya egresadas de la licenciatura; también a Enrique Ramírez y Ramírez, de El Día, quien convirtió a ese periódico en auténtico espacio de participación femenina.
Reportera, docente, investigadora y directora de alrededor de 500 tesis en esta universidad, Hernández reconoce que la misión aún no concluye. “Hay reporteras en deportes, en Presidencia, y fotógrafas, aunque la mirada pesimista señala que no estamos en los puestos de decisión, pues hay pocas directoras y empresarias en los medios”, concluyó.