El campo mexicano, en ruinas por el TLCAN, aguarda el tiro de gracia con el TPP, alertan

Tres millones de mexicanos fueron desplazados de la producción de alimentos a partir de la puesta en marcha del TLCAN; 30 años después, México se adhiere a un nuevo tratado que podría dar el tiro de gracia a miles de pequeños productores.

El Acuerdo Transpacífico de Asociación Económica (TPP por sus siglas en inglés) ha dividido las opiniones. Mientras que para algunos economistas se traduce en nuevas y mejores oportunidades para el campo mexicano, para líderes de organizaciones campesinas, es un tratado que afectará gravemente a miles de pequeños productores, pues así se los ha mostrado la experiencia.

Para los especialistas en el sector, el abandono que hoy viven pequeños productores proviene de la puesta en marcha de la política neoliberal en México y, concretamente, con la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) en 1994, que trajo consigo la concentración del mercado en grandes empresas y el olvido de la base productiva nacional.

“El TLCAN y el resto de los tratados que México ha suscrito en los últimos 26 años, son un fracaso rotundo. Tenemos un déficit en la balanza comercial del país, en el sector agropecuario y el sector agroalimentario no tiene crecimiento […] Esto es una falacia. Nos dijeron del TLCAN que nos iba llevar al crecimiento económico, al bienestar y al primer mundo, pero en realidad, pasamos del tercero al cuarto mundo: una situación de estancamiento económico, de desigualdad económica y de deterioro de la cohesión social en el país”, afirmó Víctor Suárez Carrera, presidente de la Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras de Productores del Campo (Anec).

Por su parte, Alfonso Ramírez Cuéllar, presidente de la organización El Barzón, también rememora el año de 1994, y ve en TPP la misma tendencia a enfocarse sólo al fortalecimiento de las grandes empresas y no a la recuperación de la planta productiva nacional.

A casi 30 años de que el TLCAN entrara en vigor, comentó Ramírez Cuéllar, se tiene en el país un crecimiento del 2 por ciento anual porque nunca se garantizó una detonación de la actividad económica nacional y que aunque las autoridades enaltezcan las exportaciones mexicanas, como las hortalizas, frutas, tequila, y cerveza, pero el grueso de los pequeños y medianos productores, están prácticamente en el abandono.

“Por más tratados que tengamos, lo que hace falta es producir lo suficiente […] y no se tiene por el desmantelamiento de la política de apoyos, de subsidios y de infraestructura; de fortalecimiento financiero para que los tratados comerciales puedan servir realmente de algo y beneficien realmente a la población, ligándola a actividades productivas amplias y no dejar el acuerdo comercial a sólo dos o tres empresas beneficiarias”, dijo.

A este escenario se suman varios factores que azotan a este sector como la pobreza, la marginación y la migración, que son antónimos de las promesas que se realizaron durante la administración de Carlos Salinas de Gortari, además de un nuevo acuerdo que pone en alerta a especialistas y productores pues aseguran obedece a una alineación política y económica de México que favorece a Estados Unidos.

CRISIS ALIMENTARIA

La Anec ha señalado en reiteradas ocasiones que el modelo económico actual ha fomentado la destrucción y el exilio de los encargados de la agricultura de pequeña escala, cuando éstos son la solución a la crisis alimentaria que hoy se vive en México.

Según la información el 43 por ciento de los alimentos que consumen los mexicanos son importados, aunado a esto, en el último año, por el debilitamiento de la moneda nacional, los precios registraron un ligero aumento, por lo que se opta, dados los ingresos de los mexicanos, por productos más baratos, que en la mayoría de las ocasiones, provienen de las grandes empresas.

La autosuficiencia alimentaria –explica la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés)– se alcanza cuando se satisfacen las necesidades alimenticias mediante la producción local y generalmente suele ser un objetivo de política nacional, ya que se ahorran divisas para la compra de otros productos que no pueden ser manufacturados localmente y se protege a los países de los vaivenes del comercio internacional y de las fluctuaciones de los precios de los productos agrícolas; asegura el abastecimiento de alimentos para satisfacer las necesidades de las poblaciones locales y permite que los productores decidan qué producir, cuándo, cómo y cuánto.

La organización internacional considera que hay vulnerabilidad alimentaria cuando 25 por ciento de alimentos proviene del exterior, y México está en un 60 por ciento de importación de alimentos.

“Definitivamente, esto [el TPP] recrudece las condiciones en las que viven los pequeños productores. Es el acta de defunción de los pequeños y medianos productores agropecuarios y forestales del país”, sentenció Víctor Suárez Carrera, presidente de la Anec.

Y mencionó que hay productos, como la leche, el arroz, el café y la carne, que están bajo una amenaza inminente.

En el caso de la leche, considera que el TPP, con exportaciones irrestrictas, viene a liquidar al sector, e incluso Estados Unidos y Canadá se han opuesto por la producción del lácteo en Nueva Zelanda.

Al respecto, Ramírez Cuéllar enfatizó en que son evidentes los niveles de competitividad y fortaleza de Nueva Zelanda, donde si a los años de apertura, se agregan los altos niveles de exportación en leche, “prácticamente estaremos viendo la ruina de muchísimos pequeños ganaderos con cinco, 10 o 50 vacas que trabajan una producción doméstica”.

En el caso del café, los agricultores se verían afectados por lo producido en Vietnam; el sector cárnico por la entrada de Australia y también de Nueva Zelanda, y del arroz, al tener los países asiáticos una alta capacidad de producción, lo que acabaría con miles de pequeños productores nacionales.

Para Suárez Carrera, México no está preparado para un tratado más, que no es sólo de comercio, sino también de inversión y de propiedad intelectual, que acrecienta los derechos y el poder de las corporaciones trasnacionales, por sobre los mercados nacionales.

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