El peor momento para la vida de las mujeres mexicanas es el presente.
Entre 1990 y 2011, período utilizado para el estudio que aquí se expone, la tasa de asesinatos por cada 100 mil mujeres indica que es 2011 el que muestra el dato más elevado en el país.
Las cifras utilizadas se componen a partir de las bases de datos de mortandad la Secretaría de Salud federal, conjuntos estadísticos integrados mediante las actas de defunción redactadas por los médicos que certifican cada muerte ocurrida en el país.
¿Por qué no utilizar las cifras proporcionadas por las procuradurías de justicia de los estados? Porque en México el índice delictivo es una composición propagandística hecha a la mediada de un proyecto político, invariablemente interesado en mostrar un escenario halagüeño a favor del jefe de los procuradores estatales y del federal: los gobernadores y el Presidente de la República.
El Ministerio Público del Estado de México mintió con respecto a la dimensión de los feminicidios en la entidad cuando fue gobernada por Enrique Peña Nieto. La Procuraduría de Justicia del Estado de México presentó datos falsos en su argumentación contra la declaratoria de alerta de género en la entidad.
La reciente tipificación del delito de feminicidio en los diferentes estados del país, incluido el Estado de México, se redactó con la suficiente ambigüedad para que los ministerios públicos resolvieran atender algún caso de asesinato con evidente odio hacia la víctima sólo por ser mujer como un homicidio doloso, homicidio culposo –sin intencionalidad– o hasta suicidio –sin pena para nadie, excepto para la muerta y su familia.
“Que nadie diga que en el Gobierno del jefe se asesinan a las mujeres”, parece ser la consigna entre los jueces y fiscales mexicanos.
Pero los datos acumulados por las Secretarías de Salud federal y de los estados a partir de lo que los registros civiles muestran que las cosas son bastante diferentes a las presumidas en los discursos políticos.
Si bien nada garantiza la ausencia de manipulación política, lo cierto es que por cada muerto conocido existe un acta de defunción que aporta varios detalles de las causas del deceso, incluida la causa y, en teoría, algunas circunstancias del fallecimiento.
Muerta por muerta y ataúd por ataúd, en el Estado de México mueren más mujeres que en el resto del país.
Lo gobernadores del Estado de México y sus procuradores han argumentado siempre que la elevada cantidad de niñas, adolescentes, adultas y ancianas victimadas en su territorio se debe a que es la entidad, y con mucho, más poblada del país. Esto es cierto, pero sólo lo último: los municipios mexiquenses conurbados a la Ciudad de México y en el Valle de Toluca están sobrepoblados gracias a su nula planeación urbana.
Pero, respecto de las asesinadas, la simple aritmética muestra otra cosa.
En el periodo de referencia se levantaron 32 mil 172 actas de defunción por muertes de mujeres ocasionadas por agresiones. Sólo en el Estado de México se elaboraron 7 mil 749 de esas causas.
Dicho de otra manera: mientras el Estado de México posee actualmente el 13.5 por ciento de la población del país –a la vez, máxima participación histórica en el volumen poblacional–, ahí se cometieron la cuarta parte de los asesinatos de las mujeres.
Durante poco más de una década, Ciudad Juárez, Chihuahua, mantuvo la atención nacional e internacional debido a los casos de mujeres asesinadas y desaparecidas.
La brutalidad con que los asesinos actuaban sólo era comparable a la ineficacia con que las autoridades de ese estado fronterizo reaccionaban. Entre 1993 y 2005, el gobierno de ese estado admitió el asesinato de 379 mujeres, dato controvertido por el Colegio de la Frontera Norte y la Comisión para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres de la Secretaría de Gobernación que documentaron la ocurrencia de 422 feminicidios.
La cantidad de asesinatos de mujeres resultaba inexcusable. Entre 2000 y 2006, distintos organismos internacionales emitieron 140 recomendaciones a México por la violación de los derechos de las mujeres de los cuales, 63 se dirigieron a la atención específica de los feminicidios en Juárez.
De 1993 a 2005 se pronunciaron los y las titulares de la Relatoría Especial sobre Ejecuciones Extrajudiciales, Sumarias o Arbitrarias de la ONU; la Relatoría Especial sobre la Independencia de Jueces y Magistrados, también de Naciones Unidas; la Relatoría sobre Derechos de las Mujeres de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, y la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos.
Las actrices Jane Fonda y Salma Hayek aprovecharon su coincidencia en la Ciudad de México, en 2006, para participar en una de las presentaciones de la obra teatral Los Monólogos de la Vagina y pronunciarse contra el horror vivido por las mujeres de Juárez.
En esos mismos años, en el Estado de México murieron con violencia una cantidad diez veces más de mujeres: 4 mil 379.
Si se comparan las tasas de defunciones por agresiones a mujeres por cada 100 mil mujeres, se observa que el Estado de México ha mantenido un copioso desfile de féretros de mujeres, aunque con un discreto descenso coincidente con la explosión de asesinatos de hombres y mujeres en todo el país a partir de 2008, al cuando resultaban evidentes los estragos ocasionados por la política antidrogas instaurada por el entonces Presidente Felipe Calderón.
Peña Nieto gobernó el Estado de México entre el 15 de septiembre de 2005 y el 15 de septiembre de 2011. Las estadísticas obtenidas no desglosan la cantidad de eventos mensuales.
Imposible saber cuántos miles de huérfanos, viudos, madres y padres quedaron en el desconsuelo y sin justicia, dejados a merced de agentes del Ministerio Público y policías judiciales sólo interesados en parasitar durante algún tiempo a las familias de las muertas antes de enviar sus casos al archivo muerto.
El peor año de esa serie fue 2005 y el segundo año más enlutado fue 2011. Estos dos datos permiten una conclusión: Peña Nieto recibió un enorme problema que no resolvió y así lo transmitió a su sucesor, Eruviel Ávila Villegas, a quien además toca lidiar con el crecimiento de la violencia del crimen organizado en el estado.
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Los años comprendidos entre 1990 y 2011 muestran la vocación del Estado de México de ser el lugar en el que más mujeres se asesinan en México.
En esos 21 años, la entidad ocupó en 11 ocasiones el primer lugar en tasa de mortandad por agresiones a mujeres.
Durante las pasadas dos décadas en ningún otro lugar de México la vida de las mujeres ha corrido más peligro que en el estado del que es originario el presidente de la República.
Esta posición fue ocupada de manera ininterrumpida entre 1990 y 1997. En ese período, la entidad tuvo tres gobernadores: Pichardo Pagaza, hoy consultor privado de asuntos públicos; Emilio Chuayffet, en el presente secretario de Educación Pública, y César Camacho Quiroz, hoy presidente nacional de PRI.
El mayor registro de feminicidios recayó nuevamente durante 2000, 2001 y 2003, durante el gobierno de Arturo Montiel Rojas, tío y predecesor de Peña Nieto, quien recibió el gobierno en 2005, año en que el peor lugar para ser mujer en el país fue, nuevamente, el Estado de México.
A los procuradores de Justicia mexiquenses tampoco les ha venido dejar su estado bañado en sangre de mujer. Alfonso Navarrete fue fiscal estatal entre 2001 y 2006: fue nombrado por Arturo Montiel y ratificado por Peña Nieto es actualmente secretario federal del Trabajo. Alberto Bazbaz, a quien tocó administrar el caso de la niña Paulette, que si no fuera trágico resultaría meramente ridículo, le toca ser hoy titular de la Unidad de Inteligencia Financiera de la Secretaría de Hacienda o, dicho de otra manera, luego de no encontrar a una pequeña niña muerta en su propia cama le encargaron rastrear el dinero del crimen organizado en todo el mundo.ECA_GRAF_03
La serie estadística muestra cómo la posición del Estado de México se desplaza hacia abajo en concordancia con el incremento de homicidios producidos durante la estrategia contra el narcotráfico.
En 2006, la entidad de Enrique Peña del país se situó en la segunda posición nacional con una tasa de 3.7 muertes de mujeres por agresiones por cada 100 mil mujeres en el estado. En 2010, año de la mayor mortandad relacionada con las reyertas del crimen organizado y las autoridades durante el pasado sexenio, colocó al Edomex en el lugar 13 del listado con la misma tasa de 3.7.
Y en 2011, último año de gobierno de Peña Nieto, quien concluyó su gestión el 15 de septiembre de ese año, la situación empeoró. La tasa creció a 4.3 y la entidad se colocó como el undécimo lugar con más homicidios de mujeres.
¿Debajo de qué estados se posicionó el Edomex?
De Chihuahua –que es en esos años que vivió la peor masacre femenina y no durante la década antepasada en que Ciudad Juárez se significó como un pueblo asesino de sus mujeres–, Guerrero, Nayarit, Nuevo León, Sinaloa, Durango, Colima, Baja California, Morelos y Tamaulipas: todos estados en que los narcotraficantes viven y mueren en guerra permanente.
Este aún no es el caso del Estado de México, aunque esa entidad asciende aceleradamente en el número de ejecuciones propias del crimen organizado.
La siguiente tabla muestra las fluctuaciones porcentuales en los asesinatos de mujeres en el Estado de México entre 1990 y 2011. El comportamiento es evidentemente errático.
Como se observa, entre 1990 y 2004 ocurrió una reducción constante de las muertes por agresiones mujeres. Con respecto al período gobernado por Peña Nieto, el descenso parece retomar su tendencia natural hasta 2008, cuando, al igual que en otros estados, la tasa de mortandad por asesinatos retoma el incremento.
No existe ninguna otra explicación para esta situación que las consecuencias visibles de la estrategia de combate al narcotráfico emprendida por Felipe Calderón. Y se debe subrayar que Enrique Peña Nieto continúa con la misma política, acaso diferenciada en las pautas de información de la situación siendo el gobierno priista aún más opaco que el panista.
Sin Embargo