En el limbo, fichas de 6.8 millones de niños

La cancelación del proyecto de la cédula de identidad para menores ha dejado en el limbo 6.8 millones de registros de niños que contienen los datos más sensibles de una persona, como son iris y las diez huellas dactilares, según Javier Acuña Llanas, comisionado del Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI).

Al respecto, el subsecretario de Población, Migración y Asuntos Religiosos de la Secretaría de Gobernación (Segob), Humberto Roque Villanueva, aseveró que el registro de menores no tiene una cancelación formal pero sí de facto, por tanto está en “receso” y puede ser el punto de partida para la clave única de identidad.

En entrevista, Acuña Llanas apuntó que el proyecto, “quizá uno de los más delicados del país”, fue precipitado y del que no se llegó a pensar incluso el procedimiento de recolección y qué se haría, como sucede actualmente, si se cancelaba.

Consideró “bueno” que se haya cancelado el proyecto (iniciado en 2011 y que estuvo en operación hasta 2012), pero “apenas ahora nos estamos dando cuenta que es muy peligroso tener la base de datos más de delicada del país”.

La base de datos personales tiene 6.8 millones de menores, de un total de 25.7 millones previstos, y apenas a principios de este año se apuntó que quedaría cancelado.

En ella se incluyen además del nombre y domicilio, fotografías y los datos biométricos “más sensibles que puede haber”: el iris y las diez huellas dactilares, es decir, “los más graves de recabar, guardar y proteger”.

“La base se refiere a niños mexicanos que todavía, muy probablemente, casi todos ellos, todavía siguen siendo menores de edad. Y respecto de los cuales se recabaron datos biométricos más sensibles”, argumentó.

Explicó que los padres de familia es probable que no tengan en claro la dimensión de estos datos, pues actuaron desde el principio de buena fe en concederlos y no hay reportes relacionados con resistencia o actitud de rechazo para que se llevara a cabo.

Por su parte, Villanueva admitió que los aparatos con los que se tomaron los datos biométricos de 6.8 millones de niños ya quedaron desfasados.

“El aparato ahí está, pero ya no tiene la misma viabilidad de utilización porque el software utilizado está totalmente desfasado”, explicó.

Asimismo, consideró que no era necesario captar el iris del ojo: “Fue una exageración”, pues “es más que suficiente tener la fotografía y la huella de los diez dedos, eso es lo importante”.

Información de Exélsior