Las decapitaciones en México y cómo se convirtieron en el vehículo del terror de los cárteles del narcotráfico

En el año 2006 dos episodios confrontaron a los mexicanos con un rostro poco conocido hasta entonces de la violencia del narcotráfico en el país: las decapitaciones de dos policías en Acapulco, Guerrero, y de 5 personas más en Uruapan, Michoacán.

La primera ocurrió en abril, luego de que dos integrantes –un comandante y un oficial– de la entonces Policía Preventiva Municipal fueron secuestrados y sus cabezas halladas al día siguiente clavadas en una reja metálica.

En septiembre de ese mismo año, un comando de la organización criminal La Familia Michoacana irrumpió en el centro nocturno “Sol y Sombra” de la ciudad de Uruapan, en Michoacán, y arrojó 5 cabezas humanas a la pista de baile.

Tres meses después, Felipe Calderón asumió como presidente y emprendió su “guerra” contra el narcotráfico. La ofensiva despegó en enero de 2007 con el Operativo Conjunto Michoacán, que por primera vez recurría a las Fuerzas Armadas para el combate al crimen.

Desde entonces, las decapitaciones se convirtieron en un método recurrente de los grupos del narcotráfico para sembrar terror en los territorios que dominan, dice el investigador y criminólogo Enrique Zúñiga Vázquez, autor del estudio “Decapitados y narcomensajes: el lenguaje del crimen”.

Pero al mismo tiempo, aclara, fueron la justificación de las fallidas acciones de combate al narcotráfico, que no hicieron más que alimentar la violencia y multiplicar sus prácticas.

“Han servido como legitimación de los gobiernos en turno para llevar a cabo políticas encaminadas –como decía Eduardo Galeano– a sacrificar la justicia en aras del orden”, dice.

Información de Infobae.


Source: Mexico