Vientre subrogado, la otra explotación

Cuando Sandra aceptó rentar su vientre por más de 150 mil pesos pensó que el dinero no le caería mal, podría dejar su trabajo como cajera de un supermercado y pasar más tiempo con su hija de seis años. El nombre real de Sandra fue modificado a petición de ella.

Era una tarde de junio, la mujer de 22 años estaba en la banqueta de su casa, en una colonia de la periferia de Mazatlán, cuando su mejor amiga le platicó a ella y a otras mujeres que la dueña de una joyería en una zona exclusiva estaba en busca de alguien que “se dejara meter un bebé por 150 mil pesos”. Sandra levantó la mano.

Un par de semanas después, sin haberse practicado ninguna prueba médica, la joven le envió documentos oficiales por WhatsApp a alguien que se identificó como la amiga de la pareja que buscaba un vientre en alquiler.

A los tres días, una mujer de 26 años se bajó de una camioneta negra último modelo y tocó la puerta de la casa de la mamá de Sandra.

“Era muy bonita, se veía que era una persona que sí… no como yo. Aquí las personas somos muy parecidas o tenemos vidas similares de trabajar, ella se veía una muchacha bien, sencilla”, cuenta del día que conoció a la mujer que le pagó por tener a sus hijas.

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), esta práctica es parte de las técnicas de reproducción asistida (TRA). A quien rentan su vientre a terceros, en este caso Sandra, se les conoce como madres gestantes.

En el argot coloquial de quienes se dedican a promover esta práctica, la mujer que alquila un vientre se le llama “madre de intención” o “solicitante”. No obstante, especialistas que han analizado este ejercicio han renombrado el proceso como explotación de mujeres con fines reproductivos.

Por: EL UNIVERSAL


Source: Mexico