La explosión que remeció hoy una capilla adyacente a la principal catedral cristiana copta en El Cairo mató a 25 personas e hirió a otras 49, en uno de los atentados más letales contra esta minoría religiosa en la historia reciente, informaron las Agencias EFE y Reuters.
Un agresor lanzó una bomba hacia una capilla contigua al muro exterior de la catedral de San Marcos, indicó la agencia oficial de noticias MENA.
El templo es la sede de la Iglesia cristiana ortodoxa egipcia y hogar de su líder espiritual, el papa Tawadros II, quien se encuentra en estos días en Grecia.
La televisión estatal y el ministerio de Salud difundieron las cifras de víctimas.
Testigos del suceso dijeron que la explosión podría haberse debido a un artefacto explosivo colocado dentro de la capilla.
Las versiones contradictorias son habituales poco después de los ataques.
Un dispositivo que contenía unos 12 kilogramos de explosivo TNT detonó en el lado destinado a las mujeres en la catedral, dijeron fuentes de las fuerzas de seguridad.
La explosión se produjo hacia el final de la misa dominical en la capilla y coincidió con un feriado en Egipto que festeja el nacimiento del profeta Mahoma.
Se cree que la mayoría de las víctimas son mujeres y niños.
Los coptos ortodoxos, que suponen en torno al 10 por ciento de los 90 millones de egipcios, constituyen la mayor comunidad cristiana de Oriente Medio.
El presidente egipcio, Abdel Fatah al Sisi, proclamó tres días de luto.
“El dolor que sienten los egipcios no será en vano, sino que dará lugar a la decisión intransigente de cazar y llevar a juicio a quienes hayan ayudado a cometer -mediante la incitación, la facilitación, la participación o la ejecución- este crimen atroz”, dijo el presidente, citado por un comunicado oficial.
La oficina presidencial describió el ataque en un comunicado como un acto de “terrorismo”.
La explosión dejó bancos manchados de sangre y fragmentos de cristal repartidos por el suelo de la capilla.
Hombres y mujeres lloraban y se lamentaban ante la capilla.
“Encontré cuerpos, muchos de mujeres, tumbados en los bancos. Era una escena horrible”, dijo Attiya Mahrous, trabajador de la capilla y que acudió corriendo a la capilla cuando oyó la detonación. Tenía la ropa y las manos manchadas de sangre y el cabello cubierto de polvo.
Tras el ataque, varios centenares de egipcios, en su mayoría cristianos, se manifestaron frente al templo para protestar y exigir responsabilidades.
“Estamos aquí para saber cómo ha podido ocurrir, como ha podido explotar (una bomba) dentro de (el complejo de) la Catedral”, dijo Maikel Yamini, un cristiano de 29 años que participa en la improvisada protesta.
El ataque se produjo dos días después de que otra bomba en la ciudad matara a seis policías, un ataque reivindicado por un grupo poco conocido que según las autoridades está relacionado con la proscrita Hermandad Musulmana.
El grupo opositor condenó hoy “con fuerza” la explosión que tuvo lugar en el complejo eclesiástico y responsabilizó al Gobierno egipcio de las muertes.
En un comunicado emitido a través de las redes sociales, el grupo islamista condenó “cualquier acción contra los hijos del pueblo egipcio”, sean estos cristianos o musulmanes.
“El derramamiento de sangre de todos los egipcios está prohibido por el islam, ya sean musulmanes o cristianos, especialmente si estos estaban rezando o desarmados”, detalló la nota.
Meses atrás, la misma agrupación se declaró responsable de los intentos de asesinato del muftí, el principal teólogo musulmán, y de un asesor del procurador general.
Pero los milicianos islamistas han atacado a cristianos en el pasado, en sucesos como un atentado en Alejandría en el día de Año Nuevo de 2011 en el que murieron al menos 21 personas.
Recientemente, la filial local del grupo Estado Islámico atacó a cristianos en la península del Sinaí.
Los cristianos sufrieron una ola de ataques a sus propiedades e iglesias en las semanas y meses siguientes al derrocamiento de un presidente islamista en julio de 2013.
Egipto ha sufrido una oleada de ataques islamistas desde que el Ejército derrocó en 2013 al presidente islamista Mohamed Mursi, elegido libremente en las urnas y que pertenecía a la Hermandad Musulmana.
Muchos de los seguidores de Mursi culparon del golpe de Estado a los cristianos y varias iglesias y propiedades de cristianos fueron saqueadas a continuación.
Las autoridades han lanzado en los últimos años una gran campaña de persecución, encarcelando a miles de personas, en su mayoría disidentes islámicos, y matando a cientos en choques iniciados con manifestaciones.