– ¿Pero quién ha ganado?
El Dodo no podía contestar a esta pregunta sin entregarse antes a largas cavilaciones, y estuvo largo rato reflexionando con un dedo apoyado en la frente (la postura en que aparecen casi siempre retratados los pensadores), mientras los demás esperaban en silencio.
Por fin el Dodo dijo:
-Todos hemos ganado, y todos tenemos que recibir un premio.
Así resuelve el Dodo el resultado de una carrera en Alicia en El País de las Maravillas, la obra en la que Lewis Carroll hizo popular a esta ave. Pero a pesar de que Carroll lo retrató como el ave más sabia y reflexiva de la charca, lo cierto es que este pájaro corpulento, que pesaba 13,75 kilogramos y era incapaz de alzar el vuelo, siempre ha tenido la fama de ser un poco tonto. “Los dodos (Raphus cucullatus) no tenían depredadores naturales en la isla de Mauricio -de la que era endémico- hasta que llegaron los humanos, que los cargaron en sus barcos para tener de qué alimentarse en el viaje de vuelta”, explica María Eugenia Gold. Hicieron falta tan solo cien años para que, en 1681, esta caza indiscriminada los condujera a la extinción. “Que se dejaran atrapar y desaparecieran fácilmente les hizo ganarse la fama de necios. pero lo cierto es que no tenían ni una pluma de tontos”, puntualiza la investigadora.
Sabe bien de lo que habla. Comparando el tamaño relativo del cerebro de este pájaro con el de aves actuales, Gold y sus colegas del Museo Natural de Historia Natural de Nueva York (EE UU) han llegado a la conclusión de que era tan listo como una paloma moderna, su pariente más cercano. Nada menospreciable si tenemos en cuenta que las palomas han demostrado tener las mismas habilidades aritméticas que un primate, son capaces de contar al menos hasta nueve, pueden categorizar objetos en una operación mental similar a la que realizan los niños cuando aprenden las palabras e incluso pueden recordar y reconocer rostros humanos. Después de todo, parece que Carroll no iba del todo desencaminado cuando lo alzó como cabecilla de los pájaros de su país de las maravillas.
Para estudiar la sesera del dodo, Gold recurrió a la tomografía computarizada (TC), una técnica basada en los rayos X que permite obtener imágenes tridimensionales de cualquier área anatómica. De este modo obtuvo reconstrucciones digitales del cráneo de estos animales, que rellenó empleando un software especial para rellenarlo y obtener un endomolde cerebral, que no es otra cosa que un molde virtual de la forma del cerebro.
Las palomas han demostrado tener las mismas habilidades aritméticas que un primate e incluso pueden recordar y reconocer rostros humanos
“Podemos emplear estos endomoldes para describir el aspecto y tamaño del cerebro, y dado que solo necesitamos un cráneo, la técnica puede aplicarse tanto a animales vivos como a animales extintos”, aclara Gold, que en su estudio lo aplicó también a la cabeza de la paloma de Nicobar de indonesia, la paloma coronada de Nueva Guinea, la paloma común y otras aves de la misma familia, para realiza la comparativa. “Además de deducir su inteligencia a partir del tamaño relativo de su cerebro, hemos descubierto que tenía bulbo olfativo, un rasgo que comparte con otro pájaro enorme y extinto, el solitario de Rodrigues”, expone Gold. “Y esto apunta a que gozaba de un fino sentido del olfato muy útil a la hora de encontrar comida en la isla”.
Que el dodo sea un animal de sumo interés para la ciencia es algo que el paleontólogo e ilustrador inglés Julian Hume explica, por dos razones. “Es un icono para la extinción que ejemplifica lo que sale mal cuando los humanos interfieren con un ecosistema, pero a la vez está rodeado de cierto halo de misterio: es uno de los pájaros más famosos y, paradójicamente, apenas sabemos nada sobre él”. Hume también ha contribuido a desmitificar la concepción de este ave como “boba”. “Mis investigaciones demostraron que era extremadamente agresivo, sobre todo en la época de cría, y que empleaba su largo pico ganchudo como arma. Incluso hay existen registros de exploradores daneses alertando del arma de guerra que era su boca”. Por lo tanto, está claro que el dodo se defendió aunque no lograra evitar su captura.
Es un icono para la extinción que ejemplifica lo que sale mal cuando los humanos interfieren con un ecosistema
Y circulan más ideas equivocadas acerca de él. Como apunta Hume, “no era el pájaro gordo y desgarbado descrito en libros populares sino una parte activa e importante del ecosistema de Mauricio, que distribuía semillas y comía insectos, escarabajos sobre todo”. El próximo reto, propone el investigador, es usar modelos de ordenador para reconstruir su esqueleto, musculatura y postura y entender cómo se desplazaba, ya que hay quien lo describe como un animal que anda erguido y otros sin embargo cuentan cómo escalaba las rocas. Gold, por su parte, se pregunta cómo cambiaba este animal al crecer y si vivía aislado o en grupos sociales. Dos misterios en torno al emblemático dodo que la ciencia, vaticinan, resolverá
Fuente: El País