Miguel Nicolelis lleva años conectando el cerebro de monos a máquinas. El objetivo final es devolver la movilidad a personas paralizadas, algo que trató de hacer delante de millones de personas durante la inauguración del Mundial de Brasil. Entonces, un parapléjico debía realizar el saque de honor de la competición golpeando al balón gracias a un exoesqueleto que manejaba con su cerebro. Aquel intento, que para muchos no cumplió las expectativas creadas, puede considerarse una muestra de las dificultades de este campo. Pero Nicolelis y otros científicos como él siguen logrando avances en un terreno que hasta hace poco parecía propio de la ciencia ficción.
Esta semana, en un artículo que se publica en la revista Scientific Reports, un equipo de científicos muestra cómo ha logrado colocar un mecanismo sin cables que conecta el cerebro de monos con una silla de ruedas robótica. Con esa tecnología, los animales eran capaces de dirigir su vehículo hasta un lugar en el que tenían uvas como premio. Los autores, investigadores de la Universidad Duke (EEUU), afirman que una tecnología parecida a esta podrá devolver la movilidad a pacientes paralizados en el futuro.
Para lograr su objetivo, los científicos les implantaron una serie de electrodos a dos monos para registrar la actividad de sus neuronas. Después, los sentaron en la silla de ruedas para que observasen pasivamente mientras se movía de un lado a otro, ayudando así a programar el sistema de comunicación entre la máquina y el animal. Después, los monos fueron capaces de mover la silla con sus pensamientos, una actividad en la que fueron mejorando con la práctica.
El análisis de las señales eléctricas del cerebro de los monos mostró que, además de asimilar el aprendizaje de los movimientos que se había considerado inicialmente en el experimento, aparecieron indicios de que los primates estaban contemplando la distancia desde su posición hasta el recipiente con uvas. En opinión de Nicolelis, estas señales, que fueron una sorpresa, “demuestra la enorme flexibilidad del cerebro para asimilar un dispositivo, en este caso una silla de ruedas, y las relaciones espaciales del dispositivo con el mundo que lo rodea”.
En el experimento actual, se registró la actividad de 300 neuronas en cada uno de los monos. Ahora, los autores del estudio quieren ampliar el número de neuronas seguidas para incrementar la precisión del interfaz cerebro-máquina. Después, intentarán implantar el dispositivo en humanos.
Fuente: El País