Kirchner deja mejor ingreso, pero crisis macroeconómica

La presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner comenzará este domingo a despedirse del gobierno que encabezó los últimos 12 años con su marido, el fallecido expresidente Néstor Kirchner.

“CFK”, como la llaman “tirios y troyanos”, deja un país que dista de ser el infierno denunciado por sus detractores, pero que tampoco es el paraíso que celebran sus adherentes.

CFK lega una Argentina que avanzó en materia de crecimiento, desarrollo y distribución del ingreso gracias, básicamente, a un modelo industrial basado en la dinamización del mercado interno por sustitución de importaciones, desendeudamiento externo e inclusión social por ingreso universal ciudadano para sectores vulnerables.

Pero tras 12 años, ese modelo presenta fatigas materiales y llega a las elecciones del domingo con un fuerte déficit fiscal, escasez de divisas, caída de reservas del Banco Central, inflación en baja pero aún alta y, principalmente, un frente externo complejo por la dificultad de acceder al mercado de capitales tras su prolongado litigio judicial con los “fondos buitres”, en Nueva York.

En ese contexto, el nuevo presidente deberá realizar correcciones, reformas y ajustes de fondo, tanto si decide retornar al credo neoliberal, impuesto entre 1976 y 2001, o si pretende mantenerse en la senda neodesarrollista aplicada desde 2003, con la llegada del matrimonio Kirchner al gobierno.

FRENO A LA ACTIVIDAD ECONÓMICA

“Argentina tiene un problema serio de divisas, en el que se combinan la caída del precio de las commodities, la crisis en Brasil (que reduce exportaciones industriales) y la guerra con los fondos buitres, que obstruye el acceso al mercado de capitales. Ello, junto a la fuga de capitales, restringe la existencia de divisas de tal manera que ya afecta cadenas de valor y frena la actividad económica”, explica el economista Raúl Dellatorre.

Eso se suma a un déficit fiscal del 4 por ciento del PIB originado en la inyección de dinero en la economía para suplir el comercio exterior con aumento de demanda del mercado interno, que a su vez agrava el faltante de divisas por el alto componente importado de la economía argentina.

Ese problema es la mayor encrucijada que CFK deja a su heredero presidencial, sea del oficialismo o de la oposición.

Por el contrario, el politólogo Juan Alberto López Girondo cree que la herencia del kirchnerismo debe medirse también por otros patrones, más sociales que económicos.

“El proceso político iniciado en 2003 duplicó las Universidades públicas, construyó 1.5 millones de viviendas, puso en órbita 2 satélites de fabricación nacional, sembró 15 mil kilómetros de fibra óptica, entregó 4 millones de netbooks a estudiantes, universalizó el sistema jubilatorio y redujo al 6 por ciento el desempleo, lo que mejoró la vida cotidiana de las personas”, opina López Girondo.

Aun cuando el factor financiero es un frente complejo, también es cierto que el sucesor recibirá un país con una recuperación industrial empujada por el aliento al consumo interno, alto poder adquisitivo del salario y por la inclusión de millones de personas a través de asignaciones universales a la infancia, por embarazo y por discapacidad.

También cuando Cristina entregue el gobierno el próximo 10 de diciembre marchará a su casa con un apoyo que alcanza el 50 por ciento, de las cifras más altas entre los presidentes de la región.

El Financiero