Dos atentados suicidas sacudieron el jueves 12 de noviembre un barrio del sur de Beirut, dejando al menos 43 muertos y 239 heridos, en lo que se considera como uno de los ataques más letales registrados en Líbano en años recientes.
Las explosiones ocurrieron con minutos de diferencia durante la hora de mayor tránsito en un área del sur de Beirut llamada Burj al-Baranjne, un bastión de Jezbolá, grupo que ha estado combatiendo en Siria junto a las fuerzas del presidente sirio Bashar Assad.
Esta área ha sido atacada anteriormente y grupos milicianos suníes han amenazado con realizar más atentados ahí.
Según un funcionario de seguridad libanés, el primer atacante suicida detonó su chaleco cargado con explosivos afuera de una mezquita chií, mientras que el segundo se hizo estallar afuera de una panadería cercana.
Un tercer presunto atacante fue encontrado muerto, sin piernas pero con el chaleco cargado de explosivos intacto, señaló el funcionario, quien solicitó no ser identificado.
“Ellos enfocaron sus ataques en civiles, feligreses, personas desarmadas, mujeres y ancianos; sólo atacan a personas inocentes”, dijo a la agencia AP, Press Bilal Farhat, un funcionario de Jezbolá, quien calificó el hecho como un “ataque terrorista, satánico”.
El primer ministro Tammam Salam condenó el “cobarde acto criminal” y exhortó a los libaneses a unirse.
Sigrid Kaag, coordinadora especial de la ONU para Líbano, también condenó el “atroz ataque” y manifestó la necesidad de que los responsables sean presentados ante la justicia.
El grupo Estado Islámico se atribuyó la responsabilidad de los ataques a través de páginas de redes sociales vinculadas a la organización miliciana suní.
“Que los apóstatas chiíes sepan que no descansaremos hasta que tomemos venganza en el nombre del Profeta” Mahoma, afirmó el EI.
El ataque del jueves puso fin a un período de relativa calma en Líbano. Fue el primer atentado con explosivos de tal escala desde mediados de 2014, y ocurre en medio de una agitación política en el país.
Es el atentado más mortífero en Líbano desde el 23 de agosto de 2013, cuando explotaron dos autos-bomba afuera de dos mezquitas suníes llenas de devotos en la ciudad de Trípoli, en el norte de la nación. En esa ocasión murieron 47 personas y cientos quedaron heridas.
Líbano ha estado sin presidente durante más de un año. En el país se han registrado protestas grandes en los últimos meses por la incapacidad del gobierno para encontrar una solución a la crisis de basura, y el Parlamento no ha funcionado adecuadamente durante años.
Con información de AP.