El sitio norteamericano Gawker reveló recientemente cómo logró confirmar, por medio de una cuenta falsa, las inclinaciones fascistas de Donald Trump.
“¿Donald Trump es un fascista? Expertos, historiadores y analistas han debatido la cuestión durante meses. Una cosa ha sido determinada desde hace un tiempo: que sí tuitea como tal. Por eso, el año pasado, Ashley Feinberg, de Gawker creó un bot de Twitter que iba a publicar citas de escritos y discursos del dictador fascista italiano Benito Mussolini, pero todos ellos atribuidos al empresario y candidato presidencial republicano Donald Trump”.
Desde la cuenta @ilduce2016,Feinberg tuiteó: “Es mejor vivir un día como león que cien años como oveja –@realDonaldTrump”
Y Trump cayó en la trampa. Retuiteó el mensaje de Mussolini.
Una aparente buena noticia desde los historiadores: Trump y el neofascismo norteamericano es ligeramente lejano de Adolfo Hitler y el nacionalsocialismo de la entreguerra. Pero la mala noticia diluye lo bueno que tendría lo anterior: es un nuevo Benito Mussolini, con otras agravantes: es un ignorante seguido por otros ignorantes que suman millones.
De acuerdo con The Boston Globe, efectivamente, la ignorancia de Trump es comparable con la de un niño de cuarto grado. Si a eso se le suma que no tiene programas de gobierno; que sus seguidores le perdonan que tenga políticas e ideologías contradictorias; que promete restaurar Estados Unidos a partir de la demolición de instituciones en un país que se considera la democracia moderna del mundo, entonces lo que se tiene es una bomba camino a la Casa Blanca.
Expertos, historiadores y analistas coinciden en que Donald Trump ha ensamblado un nuevo rostro del fascismo; le ha dado coherencia y cohesión a fuerzas desperdigadas (como los grupos supremacistas blancos) que se sienten golpeadas por la economía y ven con añoranza cómo otras naciones, como China, crecen en momentos en que ellos, “impulsores de la receta neoliberal”, se desploman.
El historiador Robert Paxton dijo a Slate en un texto publicado hoy que Trump es más un Benito Mussolini que un Adolf Hitler, algo en lo que coincidió recientemente el mexicano Enrique Krauze.
“Para ser justos, hay muchas diferencias entre el fascismo italiano de la Europa de la entreguerra y que el Trumpismo de la América post-Obama. Por un lado, Mussolini era mejor lector y más articulado que Trump. Comenzó como un maestro de escuela; el fascista italiano leía vorazmente y tenía una fuerte influencia de los filósofos alemanes y franceses Friedrich Nietzsche y Jean-Marie Guyau, respectivamente. Dudo Trump sabe quiénes sean estas dos personas”, dijo Paxton.
• Como Mussolini, Trump arremete en sus discursos contra intrusos [mexicanos] y enemigos [musulmanes].
• Como Mussolini, se burla de aquellos que son percibidos como débiles y alienta un “ajuste de cuentas violento” de sus seguidores contra los que considera “el enemigo interno”.
• Como Mussolini, se burla de las reglas del discurso civilizado de la política y promete restaurar la nación no por una serie de políticas públicas, sino por la fuerza de su propia personalidad.
“No es un secreto que los líderes fascistas no tienen ningún programa”, escribió Paxton. “Esto explica por qué los partidarios de Trump no tienen problema con las políticas e ideologías contradictorias de Trump”.
COLMENA DE CONTRADICCIONES
El recién fallecido escritor italiano Umberto Eco explicó que el fascismo era “una colmena de contradicciones”, en efecto. Mussolini era un sindicalista socialista antes de convertirse en un fascista destructor de los sindicatos; fue periodista antes de tomar medidas enérgicas contra la libertad de prensa; era un republicano antes de convertirse en un monárquico.
Estas contradicciones se repiten en Trump:
• Estaba a favor del aborto y ahora está en contra.
• Está casado tres veces y ahora abraza el cristianismo evangélico, que lo censura.
• Es la encarnación del capitalismo y, sin embargo, promete acabar con el libre comercio.
Jim Yates, usando un sombrero tradicional mexicano, participa en un mitin en apoyo del aspirante presidencial republicano Donald Trump en la Universidad Lenoir-Rhyne, en Hickory, North Carolina, el lunes 14 de marzo de 2016. Es el 17mo mitin de Trump al que asiste. Foto: Chuck Burton, AP
Jim Yates, usando un sombrero tradicional mexicano, participa en un mitin en apoyo del aspirante presidencial republicano Donald Trump en la Universidad Lenoir-Rhyne, en Hickory, North Carolina, el lunes 14 de marzo de 2016. Es el 17mo mitin de Trump al que asiste. Foto: Chuck Burton, AP
“Y ataca a los trabajadores, amenaza a los periodistas, y está dispuesto a pasar por encima del sistema” democrático norteamericano para cumplir sus objetivos, de acuerdo con Paxton.
• Como Mussolini, Trump se pitorrea de las instituciones democráticas.
• Como Mussolini, habla de desmantelar al establishment… que realmente le ha dado todo.
• Como Mussolini, Trump habla de tomar medidas enérgicas contra la libertad de prensa con el endurecimiento de las leyes de difamación.
• Como Mussolini (y como Hitler mismo) habla de una “limpieza étnica” de 11 millones de personas [los “ilegales”], quitando la ciudadanía a quienes considera miembros ilegítimos de la nación [los hijos de los “ilegales”].
• Como Mussolini, habla de emprender guerras y cometer crímenes de guerra por “la protección de la nación” [matando a las familias de los sospechosos de terrorismo].
“El fascismo es un asunto más intestino que del cerebro”, escribió Paxton.
“Trump tendrá un problema en la elección general entre sus declaraciones de política y su comportamiento personal”, dijo a la agencia Xinhua Darrell West de la Brookings Institution. “Protesta encolerizado por la inmigración ilegal y por otros países, pero depende de la mano de obra de esos países. Habla de regresar empleos que se han ido a México, pero ha subcontratado trabajo en esos sitios”, dijo West.
Habla de “hacer que Estados Unidos sea grande de nuevo”, pero sus críticos preguntan cómo exactamente hará esto y en cuáles áreas. Estas discrepancias darán de qué hablar a la probable nominada demócrata Hillary Clinton si Trump acaba enfrentándola. “Los demócratas argumentarán que es un hipócrita que cambia de postura constantemente. Lo presentarán como una veleta que cambia con la más ligera brisa”, dijo West a la agencia china.
EL FÜHRER, IL DUCE
Bret Stephens, periodista de The Wall Street Journal y Premio Pulitzer, coincide con otros en que hay diferencias entre el Mussolini y Trump. Pero estas diferencias no agregan mejoría al futuro de Estados Unidos y el mundo.
“¿Donald Trump es la segunda venida de Il Duce, y los fascistas de antaño son trumpistas de hoy? No exactamente. Pero eso no quiere decir que debamos ser indiferentes a los paralelismos con la última edad oscura de la política occidental”.
En una entrevista reciente con BBC Mundo, el historiador mexicano Enrique Krauze preguntó: “¿Cuántas personas leyeron ‘Mi Lucha’ de Hitler y dijeron: ‘Eso es algo que dice en el libro, pero nunca hará una cosa así’? Y [Hitler] lo hizo, puntualmente. Pensar que esto es un show es un error. Por supuesto, si llega a la presidencia, los checks and balances, los límites que supone el Congreso, el poder judicial, los medios, el federalismo, operarán para limitarlo. Pero él hará lo posible por cumplir todo lo que ha dicho”.
“No se trata de un populista más –agregó– como los ha habido en la historia de los Estados Unidos. Se trata de un hombre que tiene una patología sicológica muy particular. Los grados de megalomanía, paranoia, narcisismo, y la desvergüenza en sus posturas racistas y xenófobas son preocupantes. Pero más preocupante aún es que tiene un eco en Estados Unidos. Lo que ha ocurrido es que nos hemos contado una historia equivocada de ese país. Todos queremos creer que Estados Unidos es la cuna democrática moderna, la continuidad democrática de 250 años –sólo rota por la Guerra Civil–, etcétera. Pero Estados Unidos es también el centro y el sur, nativista, xenófobo, profundamente marcado por el racismo de la tradición esclavista, antiinmigrante. Estamos encontrándonos con un monstruo que no creíamos que existía”.
Un grupo de manifestantes protestando ante un evento de campaña de Donald Trump en West Chester, Ohio el 13 de marzo del 2016. Foto: John Minchillo, AP
Un grupo de manifestantes protestando ante un evento de campaña de Donald Trump en West Chester, Ohio el 13 de marzo del 2016. Foto: John Minchillo, AP
Krauze agregó que Trump “ha reivindicado la figura de Mussolini, alguna frase ha citado y yo creo que se le parece por su sentido histriónico, por el contacto directo con el pueblo, por su capacidad de comunicación –no sólo televisión y radio, sino twitter– y sobre todo por su discurso violento, visceral, emotivo con pleno de afirmaciones de identidad blanca americana y por otro lado de teorías de la conspiración con respecto al exterior. Se parece mucho más a un fascista que a un populista. Digamos que los fascistas son las versiones extremas y más autoritarias de los populistas”.
Donald Trump ha venido enfatizando en su discurso xenófobo y racista. Y ha venido confirmando que es un hombre violento que alienta la violencia contra los que considera sus enemigos.
En diciembre pasado, el comentarista Peter Bergen dijo en CNN que “no hay ningún indicio de que Trump desee tomar parte en o fomentar la violencia contra sus enemigos, como los inmigrantes, a quienes ha identificado como los culpables del debilitamiento de la forma de vida americana. Por lo tanto, uno se queda con la conclusión de que Trump es un proto-fascista, en lugar de un fascista real. En otras palabras, tiene muchas ideas que son de naturaleza fascista, pero él no está proponiendo la violencia como una forma de implementar esas ideas”.
Eso fue antes de que Trump llamara a “noquear” a sus opositores. Antes de que hablara de una posible guerra contra México para obligarlo a construir un muro. Antes de que él mismo llamara a expulsar de sus mítines a la gente que no piensa como él y antes de este fin de semana, cuando sus simpatizantes propinaron golpizas a protestantes y varios eventos públicos tuvieron que ser cancelados por la violencia.
El pasado 4 de marzo, el actor estadunidense George Clooney alertó en una entrevista con el diario británico The Guardian que Donald Trump es “fascista xenófobo”.
“Es simplemente un oportunista. Es un fascista, un xenófobo fascista”, agregó.
Confió en el criterio de los ciudadanos de Estados Unidos y citó al ex Primer Ministro británico Winston Churchill:
“Puedes contar con que los estadunidenses harán lo correcto una vez hayan agotado todas las demás posibilidades”.
Julian Zelizer, profesor de historia y asuntos públicos de la Universidad de Princeton, dijo a Xinhua que los cambios de opinión y las inconsistencias podrían perjudicar a Trump. Pero Zelizer dijo que en ocasiones, transmitir mensajes encontrados a grupos diferentes en los que dice a cada uno lo que quiere escuchar, podría de hecho ayudar a Trump como ha ayudado a algunos candidatos en elecciones pasadas.
“Parte de su estrategia al hacer esto es transmitir mensajes encontrados a diferentes grupos para que los votantes vean en él lo que quieran”, agregó Zelizer a la agencia china.
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