El diputado Tomás Torres Mercado (PVEM), vicepresidente de la Mesa Directiva, propuso modificar la Ley Federal de Presupuesto y Responsabilidad Hacendaria a fin de prohibir a las instituciones públicas la compra de bebidas embotelladas, sea agua purificada, refrescos o jugos.
En su lugar, dijo, se deben implementar medidas alternativas, tales como grifos, plantas potabilizadoras de agua y envases de uso permanente o sustituible, como el vidrio o reciclables, que no sean envases de tereftalato de polietileno (PET), lo que generaría un importante ahorro y a su vez se protegería al medio ambiente.
Destacó que “los gastos superfluos” en las instituciones públicas son evidentes por el alto consumo de botellas de 330 mililitros. Citó como ejemplo el Congreso de la Unión, donde diariamente se consumen, en sus dos recintos legislativos, mil 972 botellas de PET desechables.
“A la semana se consumen 13 mil 808 botellas, al mes 59 mil 160, trimestralmente 117 mil 480, cada 6 meses 354 mil 960 y al año 709 mil 920”, detalló.
Torres Mercado recordó que en los Lineamientos de Racionalidad, Austeridad y Transparencia Presupuestaria para la Gestión Legislativa de la Cámara de Diputados 2014, se establece que los gastos operativos deberán limitarse a los mínimos indispensables, sin afectar el trabajo parlamentario.
De asumir el Congreso esta responsabilidad, dijo, se podría sensibilizar a la sociedad mexicana para que consuma menos agua embotellada, lo que contribuiría también al cuidado del medio ambiente.
Especificó que el consumo de agua embotellada en México se detonó por dos grandes sucesos: el sismo de 1985 y la epidemia del cólera en 1991. “Desde entonces se ha tenido un incremento potencial del vital líquido, lo cual también ha provocado una desatención de los gobiernos federales, estatales y municipales a los sistemas públicos de acceso al agua”, indicó.
Resaltó la importancia de evaluar los efectos negativos del consumo de agua embotellada, tanto en materia ambiental como en la economía familiar.
Comentó que, de acuerdo con el Banco Mundial, la industria de agua embotellada genera una ganancia anual por más de 13 mil millones de dólares, y de un mercado de mil millones de litros en 1970, se pasó a comercializar 84 mil millones de litros en todo el mundo en el año 2000.
“Datos más recientes señalan que en 2010, en América Latina, la comercialización del vital líquido llegó a los 37.6 mil millones de litros, cuando en el año 2005 era de 29.3 mil millones”, explicó el legislador.
México, aseguró, ocupa el primer lugar de consumo de agua embotellada en América Latina, con el 46 por ciento de la distribución total en la región, seguido de Brasil con 31 por ciento, Argentina con 8 por ciento, Colombia con 3 por ciento y Venezuela con el 1 por ciento.
Un reporte de la Beverage Marketing Corporation, dijo, menciona que el consumo por persona de agua embotellada en México es de 234 litros al año, en tanto que una encuesta de Scotiabank, en 2014, refiere que los mexicanos gastan 53 pesos a la semana por este bien embotellado.
“Por su parte, el Banco Interamericano de Desarrollo refiere que el gasto promedio de este producto en las familias mexicanas es de mil 600 pesos anuales”, agregó.
En materia ambiental, abundó Torres Mercado, el desperdicio de agua en la producción de las botellas es enorme, ya que se tiran de 7 a 10 litros, además de que el índice de contaminación en este proceso es del 38 por ciento.
“Se estima que en México, sólo el 15 por ciento de los desechos de PET se recicla, mientras que el resto va a los basureros y su proceso de degradación dura hasta 100 años”, señaló.
De aprobarse la reforma, lo que podría suceder en la próxima Legislatura, los recursos para la adquisición de bebidas embotelladas se destinarían a programas sociales, educativos y de cuidado al medio ambiente, afirmó.