85% de la mujeres abandonan lactancia a los 6 meses de los bebés

De acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2012, de entre todos los países del continente americano, México tiene el menor porcentaje de mujeres en lactancia exclusiva con 14.4 por ciento y el primer lugar en cesáreas en todo el mundo.

Asimismo, el 85.6 por ciento abandona la lactancia exclusiva durante los primeros seis meses de vida de sus hijos, afirmó María Teresa Morales Guzmán, académica del Instituto de Neurobiología (INb) con sede en Juriquilla, Querétaro.

En el marco del VIII Simposio Ciclo Mujer y Ciencia en la Facultad de Medicina (FM) de la UNAM, la académica explicó el funcionamiento de nuestro cerebro durante el proceso de lactancia, a raíz de sus estudios sobre los efectos que ejerce esta etapa, relacionada con estrés.

El parto por cesárea produce un menor estímulo hormonal de las glándulas mamarias, por lo que ésta representa una barrera para la lactancia, pues evita el contacto inmediato entre la piel de la madre y la de su hijo.

Por lo general, después del parto la madre regresa a sus labores profesionales y vuelve a darse esta separación, fomentada por la falta de una política pública en la materia.

La académica decidió experimentar con ratas hembras; generó estrés en ellas y al analizar los resultados encontró que, emocionalmente, la respuesta neuroendocrina al estrés y la ansiedad en la etapa de lactancia disminuyen de manera considerable.

Registros electrofisiológicos demostraron que la madre, al estar en esa fase, produce una cantidad importante de oxitocina, hormona que provoca el bloqueo del estrés, afirmó Morales Guzmán.

La principal función del sistema nervioso es recibir estímulos y responder adecuadamente a ellos. Aquí entra el sistema límbico, una parte del sistema nervioso central que se encarga de las emociones y del estado anímico del ser humano. Una porción de esta respuesta la da uno de sus componentes, el hipotálamo, a través de sus núcleos paraventriculares (PVN).

Gran parte de esta réplica es llevada a cabo por el sistema neuroendocrino, fracción glandular del cerebro que produce hormonas, que son representadas por la hipófisis y se encargan de proteger y mediar múltiples funciones vitales. Una de ellas se encarga de estimular la glándula adrenal para producir las hormonas glucocorticoides, protectoras de un gran número de tejidos durante el estrés.

De igual manera, la hipófisis libera las hormonas prolactina y oxitocina. La primera se encarga de la producción de leche materna y la segunda, además, de su vaciamiento. Esta última da una sensación de placer y relajación, llevando a cabo un mecanismo de retroalimentación con los glucocorticoides.
El cerebro de la madre es considerado un modelo natural de neuroplasticidad, es decir, tiene la capacidad de formar nuevas conexiones nerviosas a lo largo de toda la vida en respuesta a nueva información, estimulación y desarrollo; en este caso, información sensorial y química, como la succión, el olor, el llanto, la voz o las hormonas.

Durante las primeras etapas de vida, el medio ambiente y la interacción madre e hijo son esenciales para un desarrollo neuronal y comportamental adecuado. Es un hecho que la interrupción de esta interacción produce efectos tardíos sobre el desarrollo del sistema nervioso central, endocrino, inmune y en el comportamiento, concluyó.