Revisan transferencia de tumores cerebrales

Los gliomas son neoplasias (masas anormales de tejido) que se forman en el cerebro o la médula espinal a partir de células gliales o células troncales cancerosas. Se clasifican en ependimomas, astrocitomas y oligodendrogliomas.

Por lo que se refiere a los astrocitomas, hay de grado I, II, III y IV. Los de grado IV, también conocidos como glioblastomas, son los tumores del sistema nervioso central más comunes, así como los que menor sobrevida otorgan a quienes los padecen: menos de un año.

Generalmente, en México los pacientes llegan por primera vez a consulta con un astrocitoma grado III o IV, pues los síntomas neurológicos en los de menor malignidad (I y II) pasan inadvertidos hasta que comprometen el desempeño cotidiano del paciente.

A la fecha, los únicos tratamientos para combatir los astrocitomas son la resección quirúrgica parcial, la quimioterapia y la radioterapia: con ellos se diseca la parte del tumor que no invada la masa cerebral para posteriormente tratar de detener su crecimiento e infiltración. Después de eso, la sobrevida, en el caso de los astrocitomas grado III, es de tres a cuatro años.

Debido a los efectos secundarios ocasionados por la quimioterapia y la radioterapia, entre otras razones, Aliesha González Arenas, del Instituto de Investigaciones Biomédicas (IIBm) de la UNAM, encabeza un proyecto que tiene como objetivo probar, en los glioblastomas, el llamado factor de transferencia.

Este último es un producto biológico obtenido a partir de células (leucocitos) de sangre humana. Por razones históricas, el nombre se sigue dando como referencia, pero en realidad ya no se utiliza en el ámbito científico.

“Cuando este extracto biológico se describió, a mediados del siglo pasado, se le llamó factor de transferencia porque se vio que era capaz de transferir inmunidad contra un agente patógeno, a partir de células de sangre de individuos que habían estado expuestos a él y que, por lo tanto, ya habían activado su sistema inmune”, explicó Marco Velasco Velázquez, de la Facultad de Medicina (FM) de la UNAM, quien colabora con González Arenas en esta investigación.

Hoy, el nombre formal del producto es extracto dializable de leucocitos y se refiere a la fuente de la cual se obtiene y a la manera en que se consigue: rompiendo leucocitos y dializándolos.

“¿Por qué es importante hacer esta diferenciación de su nombre?, porque actualmente el factor de transferencia aparece en el mercado como un ‘medicamento milagro’. En nuestras investigaciones no utilizamos ese producto, sino uno farmacéutico producido con todos los controles de calidad necesarios y avalado por la autoridad sanitaria nacional para su aplicación en humanos”, indicó Velasco Velázquez.

La aplicación aprobada por la autoridad sanitaria nacional para el Transferón es contra enfermedades infecciosas virales, aunque se ha demostrado que también constituye una buena terapia adyuvante en enfermedades alérgicas y autoinmunes. De esto existe evidencia clínica porque ha estado formalmente en el mercado, con registro sanitario, desde mediados de la década de los 90 del siglo pasado. Antes ya se tenía experiencia con el compuesto en protocolos clínicos de investigación.